La periodista colombiana Jineth Bedoya, que se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia sexual en conflictos armados en América Latina, asegura que este «crimen de lesa humanidad» está tan «naturalizado y normalizado» que se ve como «algo que nos toca» vivir a las mujeres.
«Hay una guerra y en medio de ella van a quedar centenares de mujeres violadas, pero dicen que «es lo que les toca por ser mujeres y por estar en medio de la guerra», asegura Bedoya en una entrevista con Efe con motivo de su designación por parte de la ONU como Campeona en la Lucha Contra la Violencia Sexual en los Conflictos.
«Lo estamos viendo en Ucrania con las tropas rusas que han cometido actos barbáricos con las ucranianas y con las rusas que viven allí. Pero también lo vemos en los campos de refugiados de las mujeres que han salido de Siria y en México, en ese comportamiento que tienen los cárteles de la droga», agrega.
Esa normalización, explica, es la que ha provocado que en las guerras se use a la violencia sexual como un arma «recurrente» para castigar al enemigo. Y lamenta que la comunidad internacional no tome acciones contundentes para frenar ese ataque a los derechos humanos.
«Los esfuerzos que hacemos para visibilizar esto se quedan más en el discurso político y en los compromisos de papel que en las acciones reales. De los 120 países que firmaron hace seis años el acuerdo para implementar en sus políticas de gobierno acciones para frenar la violencia sexual en medio de confrontaciones armadas o de criminalidad, solo tres o cuatro naciones han invertido recursos», afirma.
«El resto solo habla del tema cuando llega una reunión en Naciones Unidas y se les pide cuentas o el 25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres). El resto del año no se acuerdan», agrega.
Ahora, asegura, aprovechará su designación como «Global Champion» para «alzar su voz» no solo «por las víctimas y sobrevivientes de Colombia, sino por las víctimas y sobrevivientes de todos los lugares del mundo en donde hoy tenemos que enfrentar conflictos armados».
«Creo que parte de mi responsabilidad es estar allí recordándoles que hay miles de mujeres y de niñas que están siendo violentadas de todas las formas y que eso no es solo contra una persona, sino contra la sociedad, porque la violencia sexual tiene ese poder destructivo», sostiene.
En octubre de 2021, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia histórica en contra del Estado colombiano en la que lo responsabilizó por la impunidad sistemática de la que fue víctima la periodista tras las violaciones y torturas que sufrió el 25 de mayo de 2000, cuando fue interceptada y secuestrada por paramilitares a las puertas de la cárcel La Modelo, en Bogotá.
Un fallo que reconoce el uso de la violencia sexual como arma de amedrantamiento hacia las periodistas y que para Bedoya es «un gran paso hacia la justicia».
«Yo creo que el impacto que tiene el fallo de la Corte es la reivindicación. En el proceso de justicia hay muchas etapas, entre ellas esa justicia moral que muchas veces es la más reivindicativa y la más necesaria y es el que te crean. Además, le da una luz de esperanza a millones de personas porque en nuestros países, lamentablemente la impunidad, sobre todo en este tipo de crímenes, es tan alta que se convierte en parte del paisaje», enfatiza.
Según el estudio de violencia sexual en Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el marco del conflicto armado se registraron al menos 15.786 víctimas de violaciones. Bedoya duplica esa cifra: «Con varias organizaciones hemos documentado más de 40.000 casos (…) y existe un 98 % de impunidad».
Es por esta razón que ha pedido a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el órgano de justicia transicional creado ad hoc por el tratado de paz de 2016, que abra un macrocaso sobre violencia sexual en el conflicto colombiano.
«Yo creo que la realidad les va a explotar en la cara. Como periodista te puedo decir que tengo toda la información de primera mano de que definitivamente la JEP no quiere abrir el caso porque considera que la violencia sexual es un delito conexo y no un delito autónomo que fue maquinado, ordenado sistemáticamente por los diferentes grupos armados. Y ese es un gran error».
Y lamenta también que, en medio de la campaña electoral, «ningún» precandidato se haya pronunciado sobre esto. «Desde “No es hora de callar” y desde otras instancias le hemos solicitado a todos los precandidatos que abran un espacio, que por lo menos hagan un comentario en los diferentes debates y en sus pronunciamientos sobre la violencia sexual. Ninguno ha aceptado. Y creo que ese es un mensaje muy claro».
«Es imposible que quien vaya a dirigir este país, sea de izquierda o de derecha, no tenga en sus políticas de gobierno abordar la violencia sexual, más teniendo en cuenta todo lo que hemos visibilizado internacionalmente y el alto grado de impunidad que tiene este país», concluye.