Después de la pandemia del covid-19, el repunte económico ha disparado los precios de varias materias primas, pero, además, el conflicto que se está viviendo en Ucrania ha provocado un mayor aumento en el precio de la energía y la preocupación por la seguridad del abastecimiento.
Sin embargo, la transición hacia un sistema energético con menos emisiones de carbono continúa y es probable que en las próximas décadas el panorama energético cambie rápidamente.
Estos cambios plantean varias cuestiones claves sobre el posible camino a seguir en el panorama energético mundial.
Basados en las contribuciones de cientos de expertos de McKinsey de todo el mundo, McKinsey & Company da una mirada de la demanda de 55 sectores, más de 70 productos energéticos y 146 países para ofrecer una visión de las tendencias que seguirán siendo esenciales para la configuración de los futuros sistemas energéticos.
“Utilizamos estas perspectivas de escenarios para apoyar a líderes en todo el mundo y a una amplia gama de sectores, ayudando a las organizaciones a navegar por las transiciones en los sistemas energéticos”, dijo Angela Samper, Office Manager de McKinsey para Colombia.
Cinco puntos relevantes de estas perspectivas
– Mientras los gobiernos y las empresas están cada vez más comprometidos con los objetivos de descarbonización, los mercados energéticos se enfrentan a una extrema volatilidad impulsados por las tensiones geopolíticas y un repunte de la demanda energética.
A lo largo de 2021, la demanda mundial de energía y las emisiones aumentaron un 5 % en comparación con 2020, alcanzando casi los niveles anteriores a la pandemia. En el COP26, un total de 64 países, que representan el 89% de las emisiones mundiales de CO₂, han hecho compromisos de cero emisiones, mientras que las instituciones y las empresas del sector privado siguen aumentando sus aspiraciones de descarbonización.
– Para 2050, la electricidad, el hidrógeno y los combustibles sintéticos podría representar el 50 % de la mezcla energética.
La generación de energía renovable podría alcanzar entre un 80 y 90% de la mezcla energética mundial en 2050. La demanda de hidrógeno en los nuevos sectores podría alcanzar los 350-600 mtpa, en comparación con los 80 mtpa actuales.
– Se estima que el pico de demanda de petróleo se produzca entre 2024 y 2027, impulsado por la adopción de vehículos eléctricos, algo que ya está en marcha. La demanda de carbón alcanzó su máximo en 2013 y, tras un repunte temporal en 2021, se pronostica que continúe su trayectoria descendente.
Hacia 2035, se espera que la demanda de gas en todos los escenarios crezca otro 10 a 20% en comparación con la actual; después de 2035, la demanda de gas estará probablemente sujeta a mayores incertidumbres, impulsada especialmente por la interacción con el hidrógeno.
– Si todos los países con compromisos de cero emisiones netas cumplen con sus aspiraciones, el calentamiento global podría alcanzar 1,7°C para el 2100.
Todos los escenarios requieren cambios sustanciales en el panorama energético. Incluso con las políticas gubernamentales actuales, los compromisos adicionales y las tendencias tecnológicas proyectadas, se prevé que el calentamiento global supere los 1,7 °C, lo que hace que la tendencia de 1,5° sea cada vez más difícil de mantener.
– Se espera que las inversiones totales en los sectores de la energía crezcan más de un 4% al año.
Se proyecta que estas inversiones se inclinarán cada vez más hacia tecnologías no fósiles y de descarbonización, mientras que los rendimientos siguen siendo inciertos. Las inversiones anuales en el suministro y la producción de energía se duplicarían de aquí a 2035 para alcanzar entre 1,5 y 1,6 billones de dólares.