El profesor de la Universidad Javeriana y Biólogo Manuel Ruiz García ha pasado años buscando muestras de diferentes especies de felinos similares a la de un tigrillo que habitaría en América del sur y central. Esto con el fin de comparar las muestras con la de una misteriosa piel que halló en 2001.
Aunque dicha muestra estaba clasificada como de tigrillo, en las colecciones biológicas del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, en Villa de Leyva. No se asemejaba tanto como debería.
Ruiz García pensó que podía ser un gato Montes y decidió verificar consultando a una experta, Rosa García, especialista a nivel mundial de este tipo de especie. Sin embargo, ella le indicó que la piel no pertenecía a esa clasificación.
Decidió realizar dos tipos de pruebas para indagar qué especie era ese tigrillo que no se ajustaba a las ya existentes. En la primera utilizó microsatélites, o sea pedazos pequeños de ADN con los que se marcan las diferencias entre individuos.
Por otra parte, hizo una prueba basada en marcadores mitocondriales, que analiza secuencias genéticas heredadas solo de la madre y en casos como estos ayuda a definir de forma más eficaz las especies.
Los resultados indicaron que este felino seguía sin agruparse en alguna de las especies ya conocidas, estaba lejos de pertenecer a los felinos manchados del sur del continente y de los gatos Geoffroy. Por lo que, el profesor se permite afirmar que se trata de una nueva especie descubierta a la que Ruiz García decidió nombrar Gato de Nariño o Leopardus narinensis.
Lo más curioso y triste de esta investigación es que la única prueba de su existencia es la piel estudiada, que fue una donación recibida en 1989, proveniente del páramo Volcán Galeras.
“Nos encontramos ante la paradoja de que esta es una especie que está al borde de la extinción o extinta, pero que recién fue descubierta para la ciencia”, dijo el profesor.
Fuente: Sistema Integrado Digital – RCN Radio – Natalia Espitia Salazar