“Estando acá en la cárcel, pude hacer lo que no hice cuando estaba libre en la calle”, narró una de las personas privadas de la libertad que se encuentra pagando una pena en la Penitenciaría de Mediana Seguridad de La Guafilla.
Se pensaría que quien está pagando una pena privativa de la libertad merece estar encerrado en 4 paredes por algún delito cometido, pero por iniciativa del INPEC en el año 2012, se buscó una alternativa para trabajar en la resocialización de aquellos que en algún momento de su vida cometieron un error.
De ahí surge esta iniciativa educativa que es considerada como una segunda oportunidad y es que ¿quién no la merece? Pues con este programa más de 600 personas privadas de la libertad han logrado graduarse como bachilleres en los 11 años de existencia del programa.
Los maestros
Varias personas privadas de la libertad, coincidieron en que a través de la educación, hallaron un sentido distinto a su vida; ven que tienen posibilidades de superarse y especialmente, quieren ser un referente en sus familias y en la sociedad de lo que no se debe hacer, porque las consecuencias las están pagando con una de las cosas más valiosas de una persona: su libertad.
Para que estas personas hayan llegado a ese punto, han pasado sufrimientos y angustias, que con la orientación de los 32 docentes de la institución educativa Lucila Piragauta, han logrado encontrar un camino que les permite soñar, a través de la lectura y el aprendizaje de diferentes áreas, aún cuando están tras las rejas.
Contexto
Desde que se conoció este programa de Segundas Oportunidades, se ha logrado gestionar los recursos con el Ministerio de Educación, para que este programa se lograra desarrollar y de alguna manera, se contribuyera con la resocialización de las personas privadas de la libertad.