La Navidad es una época de alegría y reflexión que, según la tradición litúrgica, se extiende más allá del 25 de diciembre. Aunque popularmente se cree que finaliza con la Epifanía el 6 de enero, existen razones para continuar la celebración hasta el 2 de febrero, día de la Fiesta de la Candelaria.
La Fiesta de la Candelaria, celebrada el 2 de febrero, conmemora la Presentación del Señor y la Purificación de la Virgen María. Según la ley judía, una madre debía esperar 40 días después del nacimiento de su hijo para presentarlo en el Templo y purificarse. María, aunque sin necesidad de purificación, cumplió con esta ley, llevando a Jesús al Templo junto a San José. Este acto simboliza la dedicación de Jesús a Dios y la obediencia de María a las tradiciones religiosas.
Tras las festividades de Adviento y Navidad, enero ofrece una oportunidad para profundizar en el misterio de la Encarnación. Con las celebraciones más tranquilas, es un momento propicio para la oración y la meditación sobre el nacimiento de Cristo, permitiendo una conexión más íntima con el Verbo hecho carne.
Enero suele ser un mes frío y sombrío, especialmente en regiones del hemisferio norte. La alegría y el espíritu de la Navidad pueden aportar luz y calidez en estos días invernales. Mantener las celebraciones navideñas hasta la Candelaria brinda consuelo y esperanza en medio de la rutina diaria y las inclemencias del tiempo.
«Aunque muchos consideran que la Navidad concluye con la Epifanía, la tradición litúrgica invita a prolongar la celebración hasta el 2 de febrero, Día de la Candelaria, recordando la Presentación del Señor y la Purificación de la Virgen María en el Templo.»
Muchas canciones navideñas se centran en el nacimiento de Cristo y su significado espiritual. Después de la Navidad, es oportuno seguir cantando villancicos que alaban la llegada del Salvador. Estos cantos mantienen vivo el espíritu navideño y nos recuerdan la importancia de acompañar a la Sagrada Familia en los primeros días de Jesús en la tierra.
En conclusión, prolongar la celebración de la Navidad hasta la Fiesta de la Candelaria nos permite profundizar en los misterios de la fe, mantener la alegría en tiempos difíciles y acompañar a la Sagrada Familia en los primeros momentos de la vida de Jesús. Es una invitación a vivir plenamente el espíritu navideño, más allá de las fechas convencionales, y a encontrar en este tiempo una fuente de renovación espiritual y esperanza.
Fuente: Churchpop – https://ewtn.es/