
A pesar de los esfuerzos de desminado humanitario adelantados por el Estado, 7.434 soldados que han quedado marcados por el conflicto en Colombia y han sido víctimas de estos artefactos explosivos, reciben la atención del Gobierno Nacional.
La reparación la brinda el Comando Conjunto Estratégico de Transición (CCOET), la unidad de las Fuerzas Militares que desarrolla programas de rehabilitación, acompañamiento psicosocial, educación y reinserción laboral, con el propósito de brindar una nueva oportunidad de vida a quienes han sufrido el impacto de estos artefactos explosivos.
Aunque los batallones de desminado humanitario del Ejército y de la Armada han trabajado en 302 municipios que han sido declarados libres de sospecha de minas, la amenaza persiste en varias regiones del país, poniendo en riesgo no solo a la Fuerza Pública, sino también a comunidades enteras.
Colombia sigue considerándose como uno de los países más afectados por minas antipersonal en el mundo, como lo demuestra un soldado que perdió una de sus extremidades en recientes hechos ocurridos en el sur del país. “Ese día cambió mi vida para siempre», recuerda la víctima. “Lo primero que pensé no fue en mí, sino en mi familia. ¿Cómo los iba a sostener ahora? ¿Cómo iba a seguir adelante?».
Como él, miles de uniformados han tenido que aprender a vivir con una nueva realidad, enfrentando no solo la pérdida de una parte de su cuerpo, sino también las barreras laborales y emocionales que llegan después. Han visto sus proyectos de vida truncados y han tenido que reconstruirse física y emocionalmente.