Heidy Martínez es una mujer tamareña, con espíritu de guerrera, demuestra que el amor de una mamá no tiene obstáculos y lucha cada día por sacar sus hijos adelante.
Finalizaba la década de los noventa, sobre el año 1999, una hermosa joven de 16 años recorría las destapadas y polvorientas calles de Pore Casanare, para ese entonces; era Heidy Martínez Velandia, que iba de su casa al colegio y viceversa, había nacido en Támara, pero por cosas de la vida terminó viviendo con su familia, en Pore, un municipio riquísimo en historia y cultura.
Para esa época, la presencia de grupos armados al margen de la ley, alteraban la tranquilidad de este y otros municipios de Casanare, por ese motivo había presencia del Ejército Nacional allí, soldados que patrullaban el sector, para garantizar la seguridad de los poreños.
Lo que nunca imaginó Heidy, es que en medio de ese grupo de hombres bien uniformados y fuertemente armados, estaría el amor de su vida, hasta que un compañero de colegio le presentó a un joven soldado, alto, trigueño y contextura delgada, callado y tímido, que con la mirada decía lo que su boca no pronunciaba, quizás por su timidez, él era Arnulfo Castro Sánchez, un joven paz de ariporeño que se había inclinado por la carrera de las armas en defensa de su Patria.
El gusto de los dos hizo que en muy poco tiempo se hicieran novios y de manera rápida conformaran un hogar, lleno de amor y con muchos sueños por cumplir, una bonita relación de la cual nacieron Jeison Alexander y Jhonatan Andrés, aunque nunca se casaron, siempre se amaron hasta que se cumplió la promesa de que estarían juntos hasta que la muerte los separó.
El día que se calló su voz.
Ya habían pasado trece años de compartir juntos en familia, de disfrutar cada una de sus vacaciones, de soportar ausencias y celebrar reencuentros, pero llegó aquel fatídico 29 de octubre de 2011 que Heidy nunca olvidará.
El pueblo colombiano se preparaba para elegir a sus gobernantes locales ese 30 de octubre, las autoridades habían activado el Plan Democracia y las tropas militares de la Décima Sexta Brigada estaban desplegadas en toda la jurisdicción, el soldado Castro Sánchez y sus compañeros se aproximaban a la cabecera municipal de La Salina, con la esperanza de que una vez finalizara la jornada electoral, saldrían a disfrutar de su ciclo vacacional, pero un enemigo silencioso esperaba por ellos debajo de un árbol, él, un poco agotado por la extenuante marcha por los cerros del piedemonte llanero, se sentó en una piedra para tomar un descanso mientras comían algo, pero no tardaron dos minutos cuando un artefacto explosivo de alto poder instalado por las Farc, detonó y acabó con el soldado más antiguo de la compañía Alacrán del Batallón de Combate Terrestre n.29.
Peticiones antes de morir.
Como si presagiara su destino, unos ocho días antes de su muerte, en una charla telefónica cotidiana, Castro le habló a su negra, como le decía de costumbre a su esposa, sobre cuatro cosas primordiales, “Me dijo que si él se moría que luchara por sus cachorros y que si iba conseguir a alguien que mirara muy bien con quien para que los niños no fueran a sufrir, que él no tenía más hijos sino a Jeison Alexander y Jhonatan Andrés, que pagara las deudas que yo sabía cuáles eran y por último me dijo que cuánto tiempo de luto de iba a guardar”, dice Heidy con lágrimas en sus ojos, quien además recuerda que siempre le decía que cuando lo fuera a enterrar llevara a Yesid Ortiz para que le cantara la canción ‘Cuando este llanero muera’, y así fue, el día de su entierro el Saucelito Romancero le cantó dos de sus canciones favoritas.
Después de enviudar.
Luego de la muerte de Arnulfo, la vida de Heidy dio un giro inesperado, pues una vez sepultado el cuerpo de su esposo, se dio cuenta que estaba prácticamente sola con sus dos cachorros como los llamaba él, apenas con el apoyo de su familia, porque de aquellos cientos de abrazos y frases de condolencia, no quedaba sino el recuerdo, a su hijo mayor le había sido pronosticado cáncer de tiroides y con la depresión por la muerte de su padre, se agravó su estado de salud.
Buscaba ayuda, pero encontraba obstáculos por todos lados, hasta la familia de su esposo le dio la espalda, y como no eran casados, tuvo hasta que poner abogado para lograr comprobar que era la viuda de Castro Sánchez y que sus hijos tenían derecho a los beneficios de él, cosa que después de un tedioso proceso lo logró.
Una madre guerrera.
Desde entonces Heidy entendió que en adelante tendría que hacer de padre y madre para sus dos cachorros, que hoy ya están de 18 y 13 años, pero que cada rato le recuerdan que si papá estuviera vivo todo sería diferente, que extrañan las llamadas telefónicas que servían de alarma para levantarse cada mañana, que extrañan las exquisitas comidas que él les preparaba cuando llegaba de vacaciones, las integraciones, los juegos y los consejos de padre, etc.
Esta madre valiente y guerrera, a la que hoy hacemos referencia, divide su tiempo entre su trabajo como manicurista independiente y su hogar, pues para tener un trabajo estable es prácticamente imposible, ya que debe estar atenta a sus hijos, principalmente de la salud de Jeison Alexander; ellos son juicios, van de la casa al colegio, regresan y siempre almuerzan juntos, descansan y en la tarde ensayan baile, permanecen unidos y más fuertes que nunca.
A comienzos del año anterior, Heidy fue contactada por el centro de familia militar de Yopal, donde ella y sus hijos fueron incluidos a la base de datos y empezaron a ser vinculados a actividades de familia y a ser tenidos en cuenta en celebraciones y homenajes, “Esto es muy importante para nosotros, saber que la Institución a la que le entregó toda su vida, no lo ha olvidado, porque nosotros nunca lo olvidaremos”, comenta, con lágrimas en sus ojos.
Feliz día a todas las madres de Colombia, que como Heidy luchan para sacar sus hijos adelante y construir un mejor país.