El ayuno es una poderosísima virtud que rompe yugos, opresiones, tiranías tanto de una persona como de una nación.
El ayuno debemos de entenderlo cabalmente como privar de alimento nuestro cuerpo, ya que esto misteriosamente nos abre a la presencia de Dios, y algo misterioso ocurre en nosotros.
Nos abre a una luz especial que permite discernir con mayor claridad las luces de Dios… es algo misterioso que no tiene explicación.
Varias filosofías de índole religioso practican el ayuno consciente de los eficaces beneficios para liberar el alma así, como sistemas de corrupción en los pueblos, pero se debe imponer, ¿obligar?
Es tan antiguo como la religión misma, es un precepto que Él demanda a su pueblo para purificar el alma.
Asombrosamente esta abstinencia también depura el organismo del hombre, porque nos da dominio sobre nosotros mismos al irnos haciendo responsables de nuestras propias pasiones. Tiene un doble beneficio. Ya San Pablo decía que el cristiano tiene crucificadas sus pasiones (Gal 5,23) y que para dominarlas”golpea su cuerpo y lo somete a disciplina” (1Cor 9,27).
Un padre que ama a sus hijos siempre quiere lo mejor para ellos y proporciona las herramientas para instruir a quien aprecia. Por eso el Creador lo da como un precepto.
Entremos en materia de la purificación del espíritu:
- El ayuno eleva y sincroniza la inteligencia del hombre a la belleza del Todopoderoso.
- Educa nuestras debilidades, “pecados” para transformarlos en virtudes,
- Disciplina la voluntad,
- Frena las pasiones desvirtuadas,
- Da desprendimiento a los apegos desordenados o codependencias a personas y relaciones insanas,
- Fortalece nuestra templanza, moderación;
- Equilibra, integra a la persona,
- Forja al hombre a controlar sus emociones, vicios, compulsiones y adicciones, para no dejarse gobernar por ellas.
La abstinencia conduce a una verdadera libertad.
Confirmemos la autoridad que da el ayuno: en Mateo 17, 21; Jesús sana y libera a un enfermo. Sus discípulos le preguntan por qué ellos no lograron curarlo; la respuesta de Jesús fue: ”Esta clase de opresiones, espíritus, sólo se expulsa con ayuno y oración.”
La Reina Esther obtiene la victoria sobre las injusticias de Aman, brazo derecho del Rey (capítulos 14 y 15 del libro de Esther en la Biblia); gracias a la convocatoria de ayuno y oración que ella realiza con su pueblo; los judíos no murieron.
Gandhi por medio del ayuno y la oración liberó a la India del yugo de la esclavitud de Inglaterra.
El Papa Francisco convocó al ayuno y la oración para evitar una guerra. Finalmente, la guerra no estalló.
El poder y la fuerza de esta virtud se confirman aún más cuando no sólo nos mantenemos en abstinencia física de alimento sino en contención de actitudes o palabras como el juzgar, acusar, criticar, agredir verbal o físicamente.
Permite abrir un espacio vacío para la Fe, la Bienaventuranza y el Milagro. Esto lo podemos observar en Jesús y como le permitía vencer las tentaciones y con ello superar la servicia del demonio… (Mt 4,1-11)
¡Ante todo, procuremos estar en la medida posible continuamente en gratitud por todo al Creador; esto nos orientará a la oración!