La bomba atómica se lanzó sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 pero hubo unas personas que no tuvieron ningún daño ni consecuencias físicas durante su vida porque rezaban el Rosario diariamente, esta era la única diferencia entre los lugares y personas alrededor que todo quedó destruido. Esas personas, que sobrevivieron hasta edad avanzada, eran una comunidad de ocho sacerdotes que tenían su casa y parroquia a un kilómetro de distancia del epicentro donde cayó la bomba. La casa quedó en pie, la parroquia se derrumbó, pero ellos no tuvieron implicaciones ni enfermedades por la radiación ni ningún efecto de la bomba. En distintas ocasiones los sacerdotes dieron testimonio de este hecho atribuido a que «diariamente rezaban el Santo Rosario».