¿Cómo murieron los apóstoles? Muerte de San Juan Por: Revista Cristiandad
Sesenta y siete años después de la Pasión del Señor, cuando san Juan tenía ya 98 de edad, Jesucristo, escribe san Isidoro, se apareció al apóstol y le dijo: «Mi querido amigo, ven a mi; ha llegado la hora de que te sientes en mi mesa con el resto de tus hermanos». Al oír estas palabras, Juan intento ponerse en pie e hizo ademan de ir hacia su Maestro, pero este le manifestó: «Espera hasta el domingo». Al domingo siguiente, muy de madrugada, a la hora en que el gallo suele cantar, todos los fieles se congregaron en la iglesia que habían construido en honor del apóstol y este empezó a predicarles, exhortándolos a que cumplieran fervorosamente los divinos mandamientos. Acabado el sermón, mandiles que cavaran su sepultura a la vera del altar y que sacaran la tierra fuera del templo. Cuando la fosa estuvo dispuesta, el santo bajo hasta el fondo de la misma, tendiese en ella, alzo las manos hacia el cielo y pronuncio la siguiente oración: «Señor Jesucristo: Me has invitado a sentarme a tu mesa: allá voy, siempre, con toda mi alma, he deseado estar contigo». De pronto la fosa quedo envuelta por una luz vivísima, cuyos resplandores nadie pudo resistir. Momento después ceso la deslumbrante claridad y los asistentes advirtieron que, mientras duro, había descendido sobre el cuerpo del apóstol una extraña sustancia a manera de arena finísima que lo cubría enteramente, llenaba la sepultura y desbordaba de ella. Es arena, semejante a la que hay en el fondo de algunas fuentes, puede verse todavía hoy en su sepulcro, como si se generara constantemente en el fondo del mismo.