Acueductos obsoletos, incumplimientos en las obras y promesas rotas han sido el común denominador en las tres ciudades.
Colombia es uno de los países con más ríos en el mundo, sin embargo, en tres de sus 32 capitales departamentales, Santa Marta, Villavicencio y Yopal no disponen de agua potable para sus habitantes. A pesar de estar ubicadas cerca a fuentes naturales como la Sierra Nevada de Santa Marta, el Páramo del Sumapaz y la Orinoquía.
Santa Marta:
Santa Marta es una ciudad histórica, con gente emprendedora, reconocida por su turismo y sus playas, pero se quedó con un acueducto de principios del siglo pasado.
«La demanda y el consumo de agua en la ciudad aumentan cada día. La planta de tratamiento no tiene la capacidad de cubrir esa demanda», aseguró el gerente de Empresas Servicios Públicos, José Dajud.
El sistema de captación y distribución es obsoleto y en épocas de intensa sequía el agua escasea. El abastecimiento depende de tres ríos que están casi secos.
«Si hoy no tuviéramos esos 48 pozos activos, la ciudad tendría solo 800 litros por segundo”, explica Rafael Martínez, alcalde de Santa Marta.
Son más de 30 años de sufrimientos y más de diez en promesas que se quedaron solo en buenas intenciones y anuncios. El último proyecto pretendía traer el agua desde el río Magdalena a un costo de 3, 2 billones de pesos, pero por falta de presupuesto, fracasó.
Con el Magdalena y otros 10 afluentes de la vertiente norte de la Sierra Nevada descartados, plantas desalinizadoras en el mar Caribe, surgen como otra alternativa.
Hoy Santa Marta no tiene tren, tampoco tranvía y cada vez menos agua para su gente.
Villavicencio:
En Villavicencio la situación no varía, los frecuentes problemas de deslizamientos en la parte alta de la montaña averían la bocatoma del acueducto y se interrumpe el servicio. Sus habitantes deben esperar a que el agua les llegue de a poco a sus casas y en algunos sectores tienen que abastecerse a través de carrotanques.
El problema de fondo, más allá del racionamiento al que someten a los habitantes, es que el acueducto de Villavicencio ya cumplió su ciclo de vida. Muchos aseguran, simplemente, que la ciudad creció, pero el sistema quedó obsoleto.
Asimismo, los usuarios se quejan porque aducen que aún sin el servicio, el recibo llega cada mes sin falta.
Por su parte, el gerente de la empresa de Acueducto de Villavicencio, Jaime Jiménez, señala que la situación es muy crítica, pero que las obras para solucionar el problema de manera definitiva avanzan a buen ritmo.
“La construcción de una nueva planta de tratamiento por 50.000 millones de pesos en convenio con el Gobierno nacional, municipal y la empresa de Acueducto de Villavicencio», dice Jiménez.
Cuando sean entregadas las obras de la nueva planta de acueducto, se proyecta que funcione durante los próximos 30 años. Pero mientras tanto, los llaneros deberán seguir recolectando agua cuando les llegue la visita de los carrotanques. La fecha de entrega aún es incierta.
Yopal:
Aunque la crisis del agua en Yopal a simple vista parece resuelta, el panorama no mejora. Los habitantes reciben el líquido en sus casas, gracias a una planta modular. Sin embargo, el acueducto aún sigue siendo una promesa sin cumplir.
La construcción de la planta, que va a ritmo lento, no será la solución porque descubrieron un problema adicional: no hay tubería que llegue hasta las casas.
Mientras los habitantes ruegan para que haya una salida definitiva que los saque del viacrucis que llevan viviendo hace ocho años, señalan que el agua que les llega tampoco es suficiente ni potable.
“Aquí la situación es crítica, no tenemos agua. Nos toca sufrir mucho por el agua y nos toca comprarla en bolsas. Para lavar la ropa lo hacemos en el río”, cuenta Lucila Vanegas, habitante de Yopal.
Pese a que Casanare es uno de los departamentos que más ha recibido regalías, se quedó sin recursos para terminar el acueducto por el que los habitantes de la capital llevan esperando desde el 2011.
Fuente: Noticias RCN.