El capitán (r) del Ejército, Alfonso Romero Buitrago reveló detalles de las alianzas que existían entre las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y altos oficiales de la Fuerza Pública en el municipio de Dabeiba (Antioquia).
En entrevista con el diario El Espectador, el capitán Buitrago aseguró que cuando fue trasladado al Batallón Voltígeros de la Brigada XVII del Ejército en el año de 1993 empezó a ver la conformación de las denominadas Convivir y las labores que hacían bajo el aval de la Institución.
“(…) Después, cuando el presidente Álvaro Uribe fue gobernador en Antioquia y se formaron en esa zona las Convivir yo pregunté quiénes eran ellos. Y me dijeron que era un grupo para la defensa de las personas con mucho dinero que estaban ayudado al progreso de la región”, precisó.
En este sentido señaló que en ese momento él solamente se concentró en los operativos contra los grupos guerrilleros que delinquían en la zona. Después de varios traslados, en el año 2004 volvió a Dabeiba: “no estuve muy de acuerdo con cosas que hacían ellos en esta región (…) cosas denigrantes”.
El capitán señaló que siempre se opuso a trabajar de la mano con los grupos paramilitares, posición que no fue del agrado de sus compañeros y superiores quienes, debido a esto, planear un atentado y complot en su contra para vincularlo con actividades ilegales, principalmente los denominados ‘falsos positivos’.
El suboficial mencionó a un mayor de apellido Guzmán, reseñando que siempre tuvo una activa relación con los paramilitares de la región, reseñando que incluso se emborrachaba con ellos. “(…) trabajaban juntos. Y los comandantes de nosotros, por ejemplo, el mayor Guzmán (en una brigada móvil el que manda es el mayor los capitanes somos peones, a nosotros nos dan órdenes y el que no quiere no la cumple, pero se atiene a las consecuencias)”.
Poco después se enteró de “ajustes de cuentas” dentro del Ejército, puesto que las personas que sabían mucho sobre la relación Ejército-Paramilitares en esa región del país eran asesinadas por los mismos militares.
El capitán Romero apareció en la lista negra. Uno de sus subordinados le pidió que se cuidara puesto que existía un plan para atentar contra su vida. “El mayor le había dado la orden, con un grupo especial de él, para asesinarme. Él siempre tenía su grupo especial. Era el que manejaba lo de la droga allá también en Santa Rita. Manejaba lo que era los paramilitares”.
Al ser preguntado por la alianza entre el Ejército y los paramilitares para poner en marcha los llamados “falsos positivos”, el capitán recuerda que existía en esos momentos existía una presión para demostrar resultados operacionales en las brigadas, los cuales se resumían al número de bajas.
“Para nadie es un secreto que durante el gobierno de Álvaro Uribe él pedía bajas. Entonces le exigía a Montoya y de ahí para abajo los generales y coroneles que no servían para eso lo sacaban. Según las bajas se medían los puestos de las brigadas móviles y de los batallones”, reseñó.
El uniformado indicó que se tenía el concepto que “el éxito se medía por bajas, por litros de sangre, decían y el que no servía pa’ fuera. Mire, por ejemplo, cuando estuve en Palmira (Valle del Cauca) cogí a un guerrillero vivo y me gané madrazos y todo y una sanción porque no lo maté”.
Finalmente manifestó que el proceso penal que se le adelantó en su contra en la justicia ordinaria (desaparición forzada y homicidio en persona protegida) por los “falsos positivos” hizo parte de una retaliación en su contra por no adelantar alianzas con los paramilitares.
Pese a que su abogado le recomendó que aceptara cargos, él prefirió seguir su juicio. El capitán se sometió a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y se ha comprometido a contar la verdad sobre los hechos que rodearon las ejecuciones extrajudiciales en Dabeiba.