Los socorristas buscaban este sábado posibles supervivientes del sismo que causó al menos 22 muertos en el este de Turquía.
Con excavadoras, sierras eléctricas o con las manos, los equipos lograron por el momento sacar con vida de los escombros a 41 personas, principalmente en la provincia de Elazig, epicentro del sismo.
El temblor, de magnitud 6,8, se sintió en países vecinos, y provocó 1.200 heridos, según la agencia para emergencias y catástrofes (AFAD).
El distrito de Sivrice, en la provincia de Elazig, se llevó la peor parte. El frío en la región y las horas que pasan convierten las tareas de rescate en una operación contrarreloj.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, asistió a los funerales en la ciudad de Elazig de una mujer y su hijo.
Al menos cuatro personas salieron vivas de los escombros el sábado, según periodistas de la AFP. Los rescatistas hallaron tres cadáveres, entre ellos el de un bebé.
En el barrio popular de Mustafa Pasa, en Elazig, dos edificios de casas particulares se hundieron. Frente a las ruinas y con un frío glacial se habían congregado centenares de personas.
«Tres personas de mi familia están atrapadas ahí dentro. Que Dios nos ayude. No podemos hacer otra cosa más allá de rezar», dijo Mustafá, que también vive en la zona y pasó la noche a la intemperie por miedo a las réplicas.
«Estaba en casa durante el terremoto. ¡Me pareció tan largo!», dice este hombre. «Mi esposa y mis dos hijos gritaban. Yo fui incapaz de moverme», agregó.
«Fin del mundo»
Unos 20 rescatistas trabajaban meticulosamente apartando los escombros y los bloques de cemento de uno de los dos edificios derrumbados.
Sin quitarles ojo, Ayse Sönmez sollozaba a distancia. «Mi hermana mayor», dijo, señalando las ruinas e incapaz de decir nada más.
A poca distancia, una excavadora limpiaba los restos de otro edificio que también se vino abajo.
Hayriye Durmaz, de 32 años, musitaba: «Era como el fin del mundo. Los automóviles paraban en seco, la gente bajaba a las calles y todo el mundo rezaba».
Otros dos edificios cercanos, fisurados por el temblor, fueron evacuados por precaución.
Frente a las ruinas del terremoto, algunos habitantes no ocultaban su indignación con las autoridades. «Nos dicen que cuatro personas están atrapadas entre los escombros de este edificio pero yo tengo cinco allegados ahí dentro», gritó Suat. «Era un edificio de cuatro pisos, con tres apartamentos por piso. Hagan sus cuentas sobre el número de personas», agregó.
Según la presidencia turca, unos 2.000 rescatistas fueron enviados a la provincia de Elazig y a la vecina Malatya, que también se vio afectada por el sismo. Gimnasios, escuelas y bibliotecas abrieron sus puertas para recibir a las personas que tuvieron que dejar sus casas tras el temblor.
Sin embargo, en las redes sociales se reprocha el «laxismo» de las autoridades a la hora de hacer frente a un terremoto, unas acusaciones refutadas por el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan.
El fiscal general turco anunció que se abrirá una investigación sobre los autores de «provocaciones» en las redes sociales.
La ciudad de Elazig, cuya región cuenta con unos 350.000 habitantes, se ve a menudo sacudida por terremotos y toda Turquía, país atravesado por varias fallas, suele ser escenario de sismos.
En 1999, un terremoto de magnitud 7,4 sacudió el noroeste del país y causó más de 17.000 muertos, un millar de ellos en Estambul.
El último sismo potente se produjo en 2011 en la provincia de Van (este). Fue de magnitud 7,1 y mató a 600 personas.
En septiembre, un sismo de magnitud 5,7 sacudió Estambul, capital económica del país.
Según los expertos, es posible que esa ciudad, de 15 millones de habitantes, se vea afectada por un terremoto importante en cualquier momento.