Una oración y un contador de tiempo en la capilla de la Universidad Mariana de Pasto recuerdan que hace 1095 días fue secuestrada la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez Argoty por una facción de Al Qaeda en la parroquia de Karangasso, Koutiala, al sur de Mali.
Rebeldes yihadistas se la llevaron en la noche del 7 de febrero de 2017 y durante estos tres años han enviado tres pruebas de supervivencia pero no han liberado a la monja colombiana de la Congregación Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, que estaba como misionera en ese lejano país africano.
Desde entonces, en la Universidad Mariana (suroriente de Colombia), perteneciente a su comunidad y en la cual trabajó, tienen un contador manual que va llevando los días y junto a él la oración que diariamente repiten para clamar a Dios por su liberación. “Te pedimos que estés con ella en los momentos de profunda soledad y seas un faro brillante de esperanza”, piden con profunda fe.
Silencio, reflexión y oración
Por estos días las súplicas se han incrementado en las diferentes obras apostólicas de la congregación, que actualmente está en 17 países del mundo. Este viernes, los estudiantes, profesores y funcionarios de la Universidad Mariana pararán sus actividades durante tres minutos (en la mañana y en la tarde), por la hermana Gloria Cecilia. “El primer minuto será de silencio; el segundo será de reflexión y conocimiento de la historia, porque muchos alumnos y maestros son nuevos, y el tercero se dedicará a la oración”, explicó el sacerdote Aníbal Belalcázar, asistente de Pastoral Universitaria.
Por su parte, en el Santuario Mariviaz de Pasto las religiosas estarán en cadena de oración durante todo el día y terminarán con una hora santa. Las hermanas que residen en la casa de la congregación en Bogotá también se unirán a estas súplicas que se han acompañado de eucaristías durante toda la semana.
Contando los días y los rosarios rezados
La hermana Carmen Isabel Valencia, provincial de la congregación, conversó con Aleteia en Colombia y aseguró que han vivido momentos muy críticos, al igual que su familia: “Su madre va contabilizando los rosarios que desgrana sobre sus dedos encomendando a su hija. Hace unos meses hablaba con ella y me decía que iba en 2500 rosarios pidiendo a la Santísima Virgen que respeten la vida de su hija y que algún día, antes de que ella cierre los ojos, Gloria Cecilia regrese”.
Doña Rosa Argoty, la mamá, tiene 84 años y vive en la ciudad de Pasto con el resto de su familia y aunque su fe es grande, hay momentos muy duros como lo cuenta su hijo Édgar Narváez: “Gracias a Dios mi madre tiene mucha vitalidad a través de la oración, aunque a veces se desmotiva demasiado al no saber nada de Gloria Cecilia desde mediados de 2018, cuando conocimos el último video en el que se le veía mejor de salud”.
Ella siempre ha estado orgullosa de la tercera de sus cuatro hijos, la más consentida por su papá y quien dedicó su vida a servir a los más necesitados. Su familia, muy unida, la describe como una mujer alegre, de buen genio, hiperactiva y desprendida de las cosas materiales, y extraña las llamadas que les hacía semanalmente desde que se fue como misionera a África, en el año 2002.
Ella inicialmente vivió ocho años en Benin después de los cuales vino de vacaciones a Colombia y sus familiares pensaron que ya se quedaría en el país, pero aceptó nuevamente el apostolado al que Dios la llamó y se marchó a Mali.
“Allá se dedicaba a ayudar y promover a sus hermanos más desprotegidos, como los niños, las mujeres y los jóvenes, confiada solo en Dios y la Providencia porque realmente no contaba con recursos suficientes para tan grandes necesidades. En esa realidad fue atrapada”, dijo la madre Carmen Isabel, quien no puede evitar que se le quiebre la voz cuando recuerda a su compañera.
Tres años y poco se sabe
El secuestro de la religiosa colombiana de 58 años ocurrió en la parroquia de Karangasso, cerca de Koutiala, a unos 400 kilómetros de Bamako, la capital de Mali.
Las primeras noticias que se tuvieron de ella después del secuestro indicaban que la había retenido un grupo armado aliado con Al Qaeda, el cual difundió el nombre de cinco rehenes entre los que estaba el de ella. En enero de 2018 se conoció un video en el que la religiosa saluda al papa Francisco y pide su intervención y la última prueba de que está viva fue un video a finales de 2018, en el que se le ve asistiendo a otra secuestrada y solicita nuevamente la mediación del Sumo Pontífice para su liberación.
Las investigaciones desde Colombia el general Luis Fernando Murillo de la Policía, quien aseguró en días pasados a la cadena Caracol que la entidad continúa asesorando a las autoridades internacionales encargadas del caso y añadió: “Sabemos las condiciones de estos grupos yihadistas de Al Qaeda que en este momento la tiene, en donde no han permitido encontrar un canal de comunicación de negociación para saber realmente qué se quería con el secuestro”.
Lamentablemente no volvieron a llegar noticias y no se conoce su paradero pero su familia sabe que seguramente está haciendo algo por los demás, donde quiera que la tengan. Conocedores de su gran vocación de servicio y con un poco de humor, los amigos de su hermano menor le dicen que “seguramente les cayó bien a los yihadistas, la tienen trabajando y no la dejan salir. A mi hermana es difícil reemplazarla”, dice Édgar.
“Nuestra tabla de salvación”
En sus declaraciones a Aleteia, monseñor Francisco Múnera, obispo de la diócesis de San Vicente del Caguán y presidente de la Comisión Episcopal de Animación Misionera, expresó el cariño y solidaridad de los obispos colombianos con la familia de la hermana Gloria Cecilia y las Franciscanas de María Inmaculada.
“Confiamos en que, gracias a la oración, sean eficaces todas las gestiones de las personas e instituciones que están trabajando por su liberación, misión que tanto tacto y cuidado requiere. Ante nuestro Señor, pedimos a la Virgen María y a San José que intercedan por esta gracia que tanto necesitamos y anhelamos”, dijo.
En las últimas horas la propia Conferencia Episcopal de Colombia emitió un comunicado en el que se afirma de manera contundente: “No nos hemos olvidado de la hermana Gloria Cecilia y nos unimos en oración (…)”
Fuente: Aleteia