Este asesinato, desencadenó la peor ola de persecución cristiana en la historia moderna de la India. Casi 100 cristianos fueron asesinados, 300 iglesias y 6.000 hogares destruidos. En diciembre de 2019, después de once años en la cárcel, Bhaskar y otros seis compañeros cristianos acusados con él fueron puestos en libertad bajo fianza.
Bhaskar, cristiano que pertenece a una Iglesia Pentecostal, ha relatado en exclusiva su historia a la fundación católica Ayuda a la Iglesia que Sufre:
“Estaba jugando a las cartas con mis amigos en el pueblo de Kotagarh, cuando la policía llegó a mi casa de adobe alrededor del mediodía del 13 de diciembre de 2008. No me sorprendió: al ser un gram rakhi (protector del pueblo), estaba acostumbrado a que la policía viniera, incluso a horas intempestivas, a buscarme para acompañarlos en la investigación de delitos y trabajos varios.
‘Acompáñanos. Puedes regresar mañana’, me dijo la policía. Sin dudarlo, me preparé para salir. Sin embargo, me sorprendí cuando me dijeron que cogiera dinero para mis gastos. Eso fue hace once años. Hoy estoy feliz y emocionado de estar de vuelta en casa.
Al principio, no tenía ni idea de por qué me metieron en la cárcel. Era como si me rodeara una completa oscuridad. Poco a poco, fui conociendo a los otros seis cristianos que habían sido arrestados como yo. Decidimos rezar juntos y confiar en el Señor, ya que no habíamos hecho nada malo.
Inicialmente, los demás prisioneros (hindúes) nos trataban como asesinos y con hostilidad. Era una situación desesperada. En medio de nuestra angustia, la oración era nuestro único consuelo. Además de nuestras oraciones comunes, yo empezaba y terminaba cada día con una oración.
Algunas noches las pasé muy afligido y llorando. Entonces, rezaba hasta muy entrada la noche, hasta que me dormía. Si no fuera por la oración, me habría hundido mentalmente.
Lo único positivo que me pasó en la cárcel, fue que aprendí a escribir correctamente. Al igual que la mayoría de la gente de nuestra zona remota, yo nunca había ido a la escuela, así que usé el tiempo libre en la cárcel para aprender a escribir. Además de leer la Biblia, solía escribir en un cuaderno los himnos que usábamos en las oraciones. Escribía cada estrofa de los himnos en diferentes colores.
Mi gran consuelo era cuando mi esposa Debaki me visitaba cada mes. Para llegar a la cárcel de Phulbani, a 161 km de casa, tenía que viajar todo el día, cambiando varias veces de autobús. Llegaba a la puerta de la cárcel por la mañana y allí esperaba hasta la ‘hora de visita’, que a menudo era por la tarde. Cuando nuestro único hijo Daud tenía cuatro años, Debaki decidió dejarlo en Phulbani, con un pastor que acogía también a otros niños. No había escuela en ningún lugar cerca de nuestro pueblo y no queríamos que nuestro hijo fuera analfabeto como nosotros. A veces, mi esposa me traía a Daud a la cárcel, esos días eran para mí maravillosos. Daud sólo tenía seis meses cuando me metieron entre rejas.
Durante las visitas, Debaki a menudo rompía a llorar porque estaba sola y deprimida. Con el paso de los años, empezó a contarme cómo unos buenos samaritanos estaban ayudando a nuestras familias. A partir de 2014 empezó a parecer más esperanzada, me hablaba con entusiasmo de los trabajadores sociales y otras personas que visitaban nuestros pueblos y recogían testimonios, incluso entre los vecinos hindúes. En 2015, me emocioné mucho cuando algunas de esas personas dedicadas a ayudarme me visitaron en la cárcel. Me sentí muy feliz y empecé a rezar intensamente por quienes trabajaban en aras de nuestra liberación.
Meses después, Debaki llegó con la buena noticia de que iba a viajar a Nueva Delhi en marzo de 2016, junto con las esposas de los otros seis cristianos, para el lanzamiento de una campaña online que exigía nuestra liberación. Todos nos entusiasmamos y nos sentimos muy esperanzados. Intensificamos nuestras oraciones a la espera del gran día, sabíamos que se acercaba la libertad. Sin embargo, tuvimos que esperar tres años más. Cuando Gornath Chalenseth fue liberado en mayo de 2019, nos alegramos muchísimo. Sabíamos que Dios estaba trabajando a nuestro favor. Finalmente, el 5 de diciembre, salí en libertad bajo fianza, otorgada por la Corte Suprema de India.
Me sentí muy emocionado cuando, en libertad, nos encontramos los siete la víspera de Navidad en nuestro pueblo natal de Kotagarh, con la Biblia en las manos. Igual de emocionante para mí fue comprobar que, al cabo de once años, mi hijo era ya más alto que yo. Estoy feliz de estar de vuelta con mi esposa Debaki, mis familiares y la gente del pueblo. Doy gracias a Dios por mi libertad.
Insto a todo el mundo a rezar por nosotros, pues solo estamos en libertad bajo fianza, todavía estamos condenados por un asesinato que no cometimos. Recemos por que el Tribunal Superior de Odisha anule el veredicto de culpabilidad, para que podamos vivir en paz”.
Fuente y foto: ACN Colombia