La pandemia ha transformado a Guayaquil en una gran morgue al aire libre, sitiada por el pánico al contagio del coronavirus. Cientos de cadáveres se acumulan en las calles de la capital económica de Ecuador en espera a ser trasladados a los contenedores provisionales prometidos por el gobierno municipal, cuya alcaldesa, Cinthya Viteri, está contagiada. Lo mismo ocurre con 11 alcaldes de 22 en la región costeña del Guayas, cuya capital es Guayaquil, el lugar donde el Covid-19 llegó desde Torrejón de Ardoz al país sudamericano.
Las imágenes son desoladoras: cadáveres envueltos en plásticos arrojados a la calle o acumulados en hospitales para confirmar que también en Ecuador la pandemia ha superado la capacidad de respuesta del Estado. Vídeos realizados por ciudadanos constatan cómo familiares llevan a la calle a sus seres queridos fallecidos y los depositan sobre el asfalto por su temor a caer contagiados. El mismo temor que gritan los vecinos al ver semejantes escenas, incluso protagonizadas por policías o cuando se produce a la quema de los cuerpos al aire libre.
Alvarado López es uno de los fallecidos, cuyo cuerpo embalado con plásticos negros espera ser recogido en la zona de desinfección y limpieza de coches en un local guayaquileño. Junto a él, otros siete cadáveres depositados en el suelo. «La morgue ya está colapsada, está llena, no hay dónde poner los cuerpos. Estamos llenos de muertos por coronavirus», describe con resignación el trabajador sanitario Ángel Villena.
Imágenes y testimonios que contrastan con los datos oficiales del gobierno, que en la mañana de hoy adelantan 2.748 casos positivos y 93 fallecidos. Más de la mitad de ambas categorías son de Guayaquil. «Todo está colapsado: cero hospitales, cero ambulancias, cero morgues. El rebase es total, absoluto y continuo», explicó a EL MUNDO una fuente política del poder guayaquileño, que calcula en 400 el número de cadáveres sin recoger.
El primero de los cuatro contenedores frigoríficos se han instalado en el Hospital Monte Sinaí y el resto se ubicarán cerca de los hospitales que decrete el gobierno, tanto para los fallecidos en los centros médicos como para los que se recojan de las calles y de los hogares.
De momento el Gobierno se niega a instalar fosas comunes, pero su capacidad para enterrar los cuerpos es muy limitada. «Velaremos por un entierro digno a los fallecidos en la emergencia sanitaria y garantizamos la bioseguridad de los trabajadores de la salud dotándoles de insumos necesarios», avanzó el presidente Lenín Moreno.
La pandemia y el descontrol consiguiente han desatado una tormenta política que crece con el paso de las horas. La alcaldesa Viteri, quien impidió el aterrizaje de un avión de Iberia en el aeropuerto de su ciudad por miedo a los contagios, ha imputado directamente al gobierno central: «No retiran los muertos de sus casas, los dejan directamente en las veredas, caen frente a los hospitales. Nadie los quiere ir a recoger. ¿Qué pasa con nuestros enfermos? Las familias deambulan por toda la ciudad tocando puertas para que los reciba un hospital donde ya no hay camas«, protestó la primera edil.
La revolución ciudadana liderada por Rafael Correa se ha lanzado directamente contra la yugular del presidente Lenín Moreno con una campaña en paralelo de crítica a su actuación. Ya el año pasado, el correísmo, apoyado por sus aliados internacionales, pretendió tumbar al presidente durante las protestas sociales lideradas por los indígenas.
Fuente y foto: El Mundo.