China avanza en Naciones Unidas sobre los espacios de influencia que deja Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump acaba de suspender su contribución financiera a la Organización Mundial de la Salud (OMS), acusándola de ser condescendiente con Pekín durante la pandemia de COVID-19.
Funcionarios chinos han tomado posiciones en los últimos años al frente de agencias de la ONU, a medida que el país destina crecientes recursos para tejer un entramado de relaciones financieras y militares internacionales cada vez más amplio.
El aumento de la influencia global china es particularmente evidente en África, un continente que hasta hace apenas diez años tenía una deuda mínima con el país asiático.
Hoy, según un funcionario de la ONU, la deuda de África con China asciende a unos 140.000 millones de dólares, en momentos en que Pekín desarrolla la llamada iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (Belt and Road), de inversiones en infraestructura, impulsada directamente por el presidente Xi Jinping.
Como resultado, puede contar con el respaldo africano en varias agencias y asuntos de la ONU.
Dirigida por el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, la OMS es acusada por Estados Unidos de destacar erróneamente la «transparencia» de Pekín sobre la magnitud de la pandemia de COVID-19.
«Lo que vemos desde hace más de 10 años, y especialmente desde 2012, con Xi Jinping, es un impulso de la diplomacia china a la reestructuración de la gobernanza global», dijo a la AFP la analista Alice Ekman, encargada de Asia en el Instituto de la Unión Europea para Estudios de Seguridad.
«China está hablando de dirigir esta reestructuración», señaló.
Junto con su disponibilidad para un número cada vez mayor de misiones de mantenimiento de la paz, Pekín se ha convertido en el segundo mayor contribuyente financiero de la ONU, por detrás de Estados Unidos.
Y ejerce una influencia financiera creciente en numerosas agencias de Naciones Unidas, a medida que Estados Unidos la va perdiendo.
Los ejemplos son variados. Washington se retiró de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2019, justo cuando China se convertía en el mayor contribuyente neto de la agencia. El número dos de la UNESCO, Xing Qu, es chino.
«Han logrado encontrar un equilibrio: estar muy presentes sin imponerse», dijo a la AFP un diplomático bajo condición de anonimato.
Vacío
Para numerosos funcionarios de la ONU, el vacío que deja la retirada de algunos de los jugadores más influyentes en el escenario internacional supone un peligro para la organización.
«Con Estados Unidos decayendo en su liderazgo internacional, Europa desapareciendo y China persiguiendo sus propios intereses, estamos en problemas», dijo Catia Batista, profesora asociada de economía de la Universidad Nova de Lisboa, al diario The Washington Post.
China también ha aumentado su incidencia en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y en la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
En 2019, Qu Dongyu, un exministro chino, se convirtió en el jefe de la FAO, mientras que la OACI ha sido coadministrada desde 2015 por otro funcionario chino, Fang Liu.
Estados Unidos suspendió el año pasado sus contribuciones financieras a la OACI, de la que ahora Pekín es el principal sostén.
Las principales potencias occidentales han mostrado asimismo escaso interés en la Organización de Desarrollo Industrial de las Naciones Unidas (ONUDI), una pequeña agencia que promueve el desarrollo industrial inclusivo y sostenible.
China, en cambio, la ha usado como un trampolín. Otro exministro chino, Li Yong, ha sido director general de la ONUDI desde 2013.
Washington sostiene que no ha perdido influencia en la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) desde que se retirara, también durante la presidencia de Trump, del acuerdo sobre el programa nuclear iraní firmado en 2015 por las principales potencias mundiales y Teherán.
Sin embargo, China ha pasado a ocupar el papel de conductor de esa agencia, de la que es su segundo mayor aportante.
«Después de la elección de Donald Trump, China fortaleció su posición como garante del multilateralismo», destacó Alice Ekman, y agregó que la pandemia de COVID-19 ha sido otra oportunidad para que Pekín «invierta en la gobernanza global en todas las direcciones».
«China apunta al advenimiento de una gobernanza global post-occidental, en la que desempeñaría un papel central», estimó la analista.