Los intereses de sectores que querían impedir el cambio que Carlos Pizarro representaba para Colombia, y no su pasado en el grupo guerrillero Movimiento 19 de Abril (M-19), fue lo que llevó a su asesinato, este domingo hace 30 años, en un avión en pleno vuelo cuando era candidato presidencial, mes y medio después de dejar las armas, asegura su hija María José Pizarro.
«Yo siempre he afirmado que a él lo asesinaron por lo que él pensaba hacer en el futuro, por lo que proponía, y no por lo que él había hecho en el pasado. Los disparos no fueron por el pasado sino por el futuro y porque él claramente tenía unas opciones de llegar a la Presidencia de la República«, afirma en una entrevista con Efe María José, miembro de la Cámara de Representantes por el movimiento de izquierdas Lista de la Decencia.
En su opinión, «el miedo de ciertos sectores poderosos de que un Gobierno de sectores no tradicionales llegara al poder y cambiara muchísimas cosas en el país determinó que debía ser eliminado» y eso impidió un cambio en Colombia aquel 26 de abril de 1990, «empezando por la paz«.
Se cumplen 30 años del asesinato de Carlos Pizarro y el crimen sigue impune. ¿A qué atribuye esa situación?
Por un lado no ha habido ninguna voluntad por parte del Estado colombiano para investigar lo sucedido con los magnicidios políticos de los años 80 y 90 en el país. Las estrategias que ha utilizado la Fiscalía General han sido para garantizar precisamente esa impunidad.
Ha habido una sobrecarga de casos a los fiscales o cambios continuos de fiscales, y también una estrategia de mantener muertos los casos durante los primeros años, eso permitió que muchas de las personas que pudiesen haber dado algunas luces fueran asesinadas o murieran y por lo tanto alcanzar hoy la verdad es muchísimo más difícil.
¿El hecho de que el crimen de su padre haya sido declarado de lesa humanidad ha servido para algo?
Lo que le dio fue la imprescriptibilidad, lo que obviamente garantiza que las investigaciones puedan seguir; el asesinato y el caso no van a prescribir, pero realmente lo que permitió avanzar en los últimos seis años fue el hecho de que a un fiscal, a un solo fiscal, le pusieran solo este caso y por tanto él pudo dedicar tiempo para investigar, adelantar acciones judiciales que en otro momento no habría podido adelantar y por lo tanto establecer unas líneas, unos patrones, y llevar a algunas personas a juicio, una en concreto.
¿Cuánto se ha avanzado en la investigación del escolta del DAS (policía secreta) que después del crimen de Pizarro mató al sicario?
Él fue vinculado al caso, se le imputaron cargos por parte de la Fiscalía por complicidad en el asesinato, esto hizo que el juicio se adelantara alrededor de dos años y ad portas de que hubiese una sentencia condenatoria, el agente del DAS Jaime Ernesto Gómez se acoge a la JEP (Justicia Especial para la Paz) y entramos nuevamente en un limbo jurídico porque eso detiene el proceso en la justicia ordinaria a la espera de que la sala de la JEP determine si tiene o no tiene competencia en el caso.
Desde octubre del año pasado estamos en el limbo jurídico porque ni la JEP se pronuncia ni la justicia ordinaria puede avanzar mientras esa solicitud en la Jurisdicción Especial de Paz esté vigente.
¿Cómo se siente ante esta situación?
Se siente uno muy maniatado. Todos son obstáculos casi insalvables, yo he hecho un trabajo que debió haber hecho la Fiscalía hace muchísimo tiempo. El proceso ha sido absolutamente difícil, lleno de trabas, lleno de problemas que lo único que hacen es torpedear, entorpecer el caso, y para nosotros definitivamente es casi una afrenta, es ofensivo realmente que la justicia colombiana haya tenido tan poca celeridad, diligencia, compromiso, voluntad, para que el caso avance en algo.
Nosotros estamos seguros de que hubo participación de agentes del Estado y de que la versión preliminar, que fue la que quisieron constituir como una verdad, que era el hecho de que (los paramilitares) Carlos y Fidel Castaño habían sido los únicos responsables, para nosotros es insuficiente. Todo lo sucedido después lo único que ha hecho es darnos la razón, hay determinadores y hay interesados, hay gente en este país que no quiere que se sepa quiénes fueron los determinadores de estos asesinatos.
¿Quién cree que está detrás del magnicidio de su padre?
Yo creo que realmente hay una participación de agentes del Estado, pero esa verdad nos la tiene que decir el Estado. Nosotros podemos tener nuestras hipótesis y nuestras certezas, pero en últimas esto no va a ser efectivo y reparador hasta que no sea el Estado el que reconozca, investigue, dicte una sentencia, etcétera, sobre lo que sucedió acá.
Cuando su padre fue asesinado usted era una niña de doce años, ¿qué significó eso para usted y su familia?
A mí me cambió 180 grados porque nosotros esperábamos ese momento de paz con muchísima esperanza, pues eso significaba poder vivir una vida más en familia y dejar esa clandestinidad, más bien todo lo que implicaba la clandestinidad en nuestras vidas. Era poder conocerlo, estar cerca.
Nosotros quedamos en una situación económica muy difícil, jamás recibimos ningún apoyo por parte del Estado colombiano, quedamos básicamente con una madre que no tenía trabajo, en la subsistencia, en el rebusque que llaman, con muchas dificultades para pagar el colegio, no hubo posibilidad de pagar una universidad ni de poder tener las garantías que tienen muchísimas personas cuando tienen a sus padres vivos.
Y eso cambió en términos anímicos, económicos, la normalidad de mi familia porque se rompe algo, queda un dolor muy profundo que hasta hoy ha sido difícil de superar.
¿Cómo recuerda a Carlos Pizarro?
Mi padre era un hombre muy tranquilo, cariñoso, afectuoso, un hombre que se preocupaba mucho por la formación, en términos de una cultura general, de valores que él buscaba que nos fueran enseñados o enseñarnos a pesar de las circunstancias (…) Él buscó caminos a través de cartas, de letras, condensar en unas pocas horas la enseñanza de muchos años.
Fue un hombre que marcó nuestra vida, para mí fue un gran rebelde. Yo creo que mi padre rompió con su propia casta, su propia cuna, con los privilegios de su clase, se rebeló contra una sociedad en la que no se sentía cómodo y cuando se dio cuenta de que las armas no eran, en el camino también se rebeló contra la lucha armada.
En el momento en que él planteó la paz en Colombia (el suyo) era un discurso absolutamente trasgresor. En un país que se estaba armando hasta los dientes nadie hablaba de la paz y mi padre enarboló esa bandera. Yo creo que él fue un hombre de valores y un hombre que de verdad hubiese aportado mucho a la democracia y a la vida política de este país.