La Casa Blanca confirmó este martes que planea desmantelar su equipo de respuesta al COVID-19, lo que dejaría al Gobierno sin una sala de crisis centralizada en un momento en el que los expertos advierten que el número de muertes por coronavirus podría duplicarse en los próximos tres meses.
Se espera que el equipo de respuesta, que incluye a respetados expertos en salud como los doctores Anthony Fauci y Deborah Birx, reduzca gradualmente sus operaciones en el próximo mes y finalmente las distribuya entre distintas agencias del Gobierno, explicó hoy el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence.
«Estamos pensando en el festivo de Memorial Day (25 de mayo) o en principios de junio como la fecha en la que podríamos empezar la transición, para que nuestras agencias empiecen a gestionar nuestra respuesta nacional de una forma más tradicional», dijo en declaraciones a la prensa.
EL FIN DE LA SALA DE CRISIS
Pence, que preside el equipo de respuesta de la Casa Blanca, subrayó que, para finales de mayo o principios de junio, el Gobierno espera que el panorama sea «muy diferente» al actual, con el pico en el número de casos ya superado y más de la mitad de los estados del país en proceso de desescalada gradual.
Sin embargo, el anuncio llega solo un día después de que un modelo de predicción de la evolución de la pandemia en el que se fija a menudo la Casa Blanca actualizara sus cálculos para pronosticar que la crisis dejará más de 134.000 muertes en EE.UU. para el 4 de agosto.
Esa proyección, del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, implica que el número de fallecimientos por COVID-19 casi llegaría a duplicarse en los próximos tres meses respecto a la cifra actual, de más de 70.000 muertes.
El propio presidente estadounidense, Donald Trump, admitió el pasado domingo que la pandemia podría dejar 100.000 muertes, pero al mismo tiempo defendió los esfuerzos de múltiples estados para eliminar gradualmente las medidas de confinamiento.
UNA MEZCLA DE EXPERTOS
Creado a finales de enero, el grupo de trabajo contra el coronavirus está compuesto por una veintena de altos cargos de distintas agencias del Gobierno de EE.UU., que en ocasiones han chocado con el consejo de los expertos en salud como Fauci o Birx.
Las recomendaciones de ese grupo de trabajo no siempre han gustado a Trump, impaciente por reactivar la economía, y Fauci ha contradicho en varias ocasiones al mandatario, la última de ellas este lunes, cuando dijo en una entrevista que no hay «pruebas científicas» de que el coronavirus surgiera en un laboratorio chino.
No obstante, la desintegración del equipo de trabajo no equivale a un despido formal de Fauci, quien podrá seguir dirigiendo el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas y Alergias de EE.UU., ni de Birx, quien antes de coordinar el grupo encabezaba los esfuerzos de EE.UU. para acabar con el sida en el mundo.
KUSHNER CONTINÚA
Lo que se espera que continúe, según el diario The New York Times, es un segundo grupo de trabajo dirigido por el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner, que está centrado entre otros temas en supervisar el desarrollo de tratamientos terapéuticos del COVID-19.
El equipo de Kushner está formado en parte por voluntarios de consultoras privadas con poca experiencia en los temas que tratan, lo que ha exacerbado los problemas del Gobierno de EE.UU. a la hora de hacer llegar suministros a los hospitales del país, informó este martes el diario The Washington Post.
Mientras, un experto en vacunas, Rick Bright, presentó este martes una queja contra el Gobierno en la que aseguró que fue despedido de su trabajo en el Departamento de Salud de EE.UU. por motivos políticos, tras expresar su preocupación por el afán de Trump en promover la hidroxicloroquina como tratamiento como el COVID-19.
Mientras, estados como Texas y Georgia continuaban su reapertura gradual de negocios al tiempo que el más afectado por la pandemia, Nueva York, les advertía del «coste humano» que puede tener una vuelta a la normalidad demasiado rápida, en palabras del gobernador neoyorquino.
El coste de la pandemia en ese estado alcanzó una cota aún más grave la noche del lunes, cuando Nueva York publicó una lista actualizada de sus fallecidos en geriátricos que incluye a más de 1.700 personas que no habían sido contabilizadas previamente, lo que eleva a 4.800 los muertos en esos centros de cuidados para adultos.