Nancy Zárate pensó que moriría, sola, en una clínica de Bogotá. Estuvo internada una semana antes de sobrevivir a la covid-19, pero ya está de vuelta al sitio donde pudo contraer la enfermedad y trabaja como enfermera.
El temor a un nuevo contagio va de la mano de la vocación y la necesidad. En medio del confinamiento general, su marido, arquitecto, perdió temporalmente el empleo.
Así que ella, «la única que está manteniendo la casa» y a sus hijos de 19 y 16 años, volvió a ejercer el oficio que esta pandemia convirtió en de altísimo riesgo.
Cecilia Vargas, presidenta de la Asociación Colegial de Enfermería, cree que «cerca del 40 o 50%» de los 326.000 auxiliares y profesionales de enfermería que hay en Colombia -87% mujeres- son cabezas de familia.
También, dentro del personal de salud, son los más afectados por el virus, con el 45% de los cerca de 500 casos detectados. En el país los contagios superan los 8.600, con casi 380 muertes, según el Instituto Nacional de Salud.
«Mi mayor temor es volverme a contagiar», admite Zárate, de 47 años. Las investigaciones todavía no arrojan resultados concluyentes sobre la eventual inmunidad que podrían desarrollar los recuperados de la enfermedad», dijo.
Víctima letal
Zárate baraja las dos únicas opciones de contagio en su caso: «Si no fue en el trabajo, fue en el transporte público».
El 17 de marzo sintió dolores de espalda y una ligera fatiga, y luego llegaron las migrañas y dificultades para respirar. El 26 fue internada bajo sospecha de covid-19 en la misma clínica privada donde trabaja.
Cuando se enfermó, once días después de que se reportara el primer caso en Colombia, las medidas de protección no eran «tan drásticas como ahora» en las que sus colegas «parecen astronautas» con el equipo de bioseguridad.
Lo cierto es que Zárate era una «víctima ideal» por sus antecedentes. Hace unos 25 años contrajo una infección pulmonar y desde entonces ha sufrido cuatro neumonías.
Aislada en una habitación, en los primeros días temió fallecer sin despedirse de sus familiares.
«Si yo me muero, me muero aquí sola», pensó. «Todas esas ideas, todos esos pensamientos no lo dejan a uno tranquilo y obviamente que uno se deprime».
Vomitó, estuvo bajo oxígeno y a punto de ser llevada a cuidados intensivos, pero inesperadamente se recuperó y tras 14 días de enfermedad y volvió a trabajar.
Junto a la necesidad, pesa mucho su vocación. «Me encanta mi profesión», a pesar de que «el riesgo no nos ha aumentado al 100% sino como al 500%».
No exagera. Según Edilma Suárez, directiva de la Asociación Nacional de Enfermeras, estas mujeres, por encima de otros trabajadores, son las que comparten y acompañan a los pacientes.
Y «al paso que vamos» esa cifra de contagios «va a subir violentamente», señala por su parte la presidenta de la Asociación Colegial de Enfermería.
Una encuesta realizada en abril reveló que 37% de los casi mil trabajadores de la salud entrevistados pensó en renunciar por falta de condiciones laborales y de protección para enfrentar la pandemia.
Fuente: RCN RADIO