El investigador español Vicente Larraga, director del director del Laboratorio de Parasitología Molecular del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, ha asegurado que «si hay suerte, tendremos una vacuna desarrollada y producida en España en 2021».
Larraga, responsable de uno de los proyectos de investigación españoles para encontrar una vacuna contra el SARS-CoV-2, repasa en una entrevista con EFE Televisión en qué consiste su proyecto y las principales diferencias con otros que se han puesto en marcha en el varios países.
Aunque han sido los últimos en llegar a la carrera para desactivar los efectos del SARS-CoV-2, su iniciativa cuenta con la ventaja de que en estos momentos es la única de las que se desarrollan en España cuyas dosis podrían llegar a producirse en España.
¿En que consiste el proyecto de vacuna en el que están trabajando?
Se trata de una vacuna de ADN recombinante, de ADN artificial que sintetizamos nosotros, en la que incluimos, además del gen de las proteínas del virus que queremos que sirvan como antígenos protectores, todas las señales para que las células de la persona vacunada capten ese gen, lo produzcan como propio y se presente al sistema inmune suyo para que este lo reconozca como foráneo e induzca una protección cuando entre la infección.
¿Qué ventajas tiene con respecto a otras?
La ventaja que tiene es que el ADN es una molécula muy resistente y entonces no necesita la cadena del frío, lo que significa que se puede vacunar en un lugar donde no haya ni electricidad ni neveras. Como este vehículo ya se ha desarrollado para una vacuna de la leishmaniosis de los perros, la producción industrial ya esta hecha. El escalado industrial no hay que desarrollarlo y además se puede mejorar un poco para conseguir mas dosis.
¿Dónde se produciría la vacuna?
En los laboratorios del Grupo Zendal, que están ubicados en Galicia (noroeste). La vacuna de la leishmaniosis, que está en la fase cuatro, la hemos hecho con ellos. Es el único laboratorio autorizado a producir vacunas en España y el segundo más grande de Europa de producción de vacunas animales, aunque también están trabajando en una vacuna humana contra la tuberculosis en colaboración con otro equipo.
¿Han sido los últimos en llegar, pero parece que tienen una cierta ventaja respecto a los otros dos proyectos españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que lideran Luis Enjuanes y Mariano Esteban?
Creo que estamos al mismo nivel. Estamos todos empezando a probar en el modelo animal, que es lo primero que se hace para ver si se produce la respuesta inmune que nosotros queremos que se produzca. Luego intentaremos hacer lo que se llama la prueba de concepto, que consiste en probar que lo que nosotros creemos que es la tarea de la vacuna protege. Eso se hace en unos ratones especiales que están humanizados, que tienen, por tanto, los mismos receptores que tienen las células del virus para entrar en las personas. Eso, más o menos, lo haremos en septiembre. Si ese experimento fuera exitoso, intentaríamos comenzar las pruebas en humanos antes de fin de año. Sería el mejor de los escenarios.
¿Como ve los distintos proyectos que existen en el mundo para encontrar una vacuna contra el SARS-CoV-2?
En primer lugar, existe una carrera por ser los primeros, que está encabezada por la compañía Moderna, la Universidad de Oxford, y la empresa biotecnológica del Ejército chino. Muy probablemente, si todo va bien, tendrán hechas las pruebas fundamentales a finales de año. Seguramente, ya estén produciendo la vacuna. Es un riesgo, ya que en el caso de que no funcione, habría que tirarlo todo a la basura, pero es un riesgo relativo.
Luego hay una segunda carrera en la que estamos el resto. Es una carrera contra el virus. Lo que queremos es una vacuna cien por cien segura y que sea protectora. Las vacunas, normalmente, se consideran buenas cuando superan el sesenta por ciento de protección de la población. Al final, dentro de un año o de dos, la vacuna que quede será aquella que tenga mejor protección y que sea más segura. Es una carrera distinta, por tanto, a la de ser los primeros. Por ahora, los datos que ha dado Moderna o el Ejército chino, son relativamente bajos en cuanto al nivel de protección. No llegan al sesenta por ciento ninguna de las dos. En el caso de la Universidad de Oxford, su protección también es similar. Lo que hay que hacer es que una vacuna proteja, al menos, al sesenta por ciento de la población, aunque se llegue un poco más tarde. Lo importante es que, cuando se empiece a vacunar a los grupos de riesgo sea una protección eficaz.
Sorprende que una vacuna contra el SARS-CoV-2 pueda desarrollarse en tan poco tiempo, cuando las vacunas más rápidas que se han generado, como fueron la de las paperas o la del ébola, tardaron cuatro y cinco años, en cada caso.
En los últimos tiempos ha habido un avance espectacular en cuanto a la producción de vacunas respecto a lo que estábamos acostumbrados. Yo diría que es muy probable que en 2021 haya vacunas suficientes para inyectarlas a los grupos de riesgo. Luego, los propietarios de esas vacunas decidirán a quiénes vacunan, porque va a haber presiones importantes por parte de gobiernos y de las empresas para ganar más dinero. El presidente Donald Trump, que no se caracteriza por su sutileza, ha dicho que la vacuna que está fabricando AstraZeneca sea para los Estados Unidos. Hay, por tanto, conceptos estratégicos en juego.
Nosotros trabajamos para que haya una vacuna en España, desarrollada en España, fabricada en España y que pueda, inicialmente, cubrir a nuestros grupos de riesgo: personas en las residencia de ancianos, los cuidadores de estas personas y el personal sanitario. Esos serían los primeros que recibirían las dosis el año que viene si hay suerte. Luego vendrían personas con enfermedades y el resto de españoles. No se puede vacunar a toda la población de una vez. Es imposible.
En el mundo, en estos momentos, se hacen cinco mil millones de dosis de todas las vacunas de todas las enfermedades. Harían falta inicialmente mil millones de dosis para este coronavirus. Habría, por tanto, que aumentar un veinte por ciento la producción mundial y ese esfuerzo solo lo pueden hacer unas pocas empresas y eso supondría que tendrían que dejar de producir otro tipo de vacunas que son igualmente necesarias. No es tan sencillo vacunar a la población general. Hay que ser realistas.