Hasta los asuntos de la fe parecen tambalear en medio de la crisis del coronavirus. Al menos esa es la realidad que vive con valor y tenacidad la Iglesia Católica, que en este momento prende las alarmas frente a la opinión pública, por su difícil situación, donde se atreve a sostener, que el panorama es tan oscuro, que quebraría en agosto.
Monseñor Luis José Rueda Aparicio, que es el nuevo arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, por orden del Papa Francisco, habló sobre este difícil tema asegurando que las parroquias se sostienen en un 90 % gracias a las ayudas derivadas de las ofrendas de los feligreses, que no han podido asistir a sus cultos en virtud al aislamiento preventivo.
El problema toma dimensiones mayores cuando se observa que, según este líder religioso, entre 50.000 y 80.000 obras sociales que se había comprometido a entregar la Iglesia Católica, se encuentran detenidas en medio de la crisis. Entre estos hacen parte los colegios, ancianatos y hogares católicos, que ya no se podrían entregar, según confirmó a La República.
En este sentido, sostiene que podrían llegar a incumplir contratos y despedir empleados porque no tienen de donde sostenerse ni pagar los recibos ni nominas vencidas. Finalmente, contaron que sus últimos recursos son producto de ahorros y otros milagros. Aún así, en la Iglesia Católica están literalmente reventados, por eso aprovecharon la ocasión para pedir la ayuda del Gobierno Nacional.
De momento sigue en estudio un protocolo de seguridad para que las iglesias puedan funcionar en Colombia, en donde se omite el saludo de la paz por otro gesto de cercanía y después de cada ceremonia, se realizará una desinfección individual y general.