El papa Francisco autorizó el decreto de «martirio» por el que será proclamada beata la brasileña Isabel Cristina Mrad Campos, asesinada a los 20 años mientras se oponía a su violador.
El decreto, junto al de otros venerables fue aprobado este martes por el papa después de que se los presentara el nuevo prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el italiano Marcello Semeraro, que ha sustituido al cardenal Angelo Becciu, apartado por el papa por su implicación en irregularidades financieras.
Isabel Cristina Mrad Campos nació el 29 de julio del 1962 en Barbacena, en Brasil, en el seno de una familia católica y se trasladó en 1982 junto con su hermano la ciudad de Juíz de Fora, para preparar el ingreso a la facultad de medicina.
El 1 de septiembre de 1982 al volver a su apartamento, un joven al que había conocido días antes intentó abusar de ella, pero al ser rechazado le comenzó a golpear con una silla, la torturó y recibió quince puñaladas.
Desde su adolescencia formó parte de la Asociación de voluntariado de la «Conferencia de San Vicente» y muchos han testificado su ayuda a las personas con discapacidades y los más pobres.
Su violenta muerte fue considerada por los católicos como un verdadero martirio y los fieles compararon a la joven víctima con santa María Goretti, quien también murió al luchar contra su agresor.
Su tumba, que se encuentra en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Piedad en Barbacena, es meta para los fieles que vienen también de lejanas zonas del Brasil, los jóvenes colocan sobre su tumba notas con oraciones y peticiones de gracia.
Además, Francisco también autorizó el decreto que aprueba las virtudes heroicas del religioso Roberto Joao, de la congregación de los Sagrados Estigmas de Nuestro Señor Jesucristo; nacido el 18 de marzo de 1903 en Río Claro (Brasil) y fallecido en Campinas (Brasil) el 11 de enero de 1994.
El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios, la segunda beato y la tercera santo.
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce «haber vivido las virtudes de manera heroica».
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, y para que sea canonizado, es decir, elevado a santo, se precisa un segundo milagro obrado «por intercesión» después de ser proclamado beato.
En el caso de que se reconozca «el martirio», no es necesario que se pruebe un milagro.