Este jueves cierra la campaña electoral para los comicios legislativos en Venezuela, que ha estado marcada por la ausencia de medidas de bioseguridad en las actividades políticas, amenazas del Chavismo hacia los actuales diputados opositores, así como llamados de un grupo disidente a la participación, ante la falta de una oferta mayoritaria de las fuerzas opuestas al gobierno de Maduro.
Ha sido un mes de campaña para unas elecciones que no cuentan con el visto bueno ni de Estados Unidos ni la Unión Europea (UE), la Organización de Estados Americanos (OEA)y el Grupo de Lima, por considerar que no se ha cumplido con extremos legales, tras la designación irregular de una nueva directiva del Consejo Nacional Electoral, encargado de organizar el proceso, así como la expropiación de los principales partidos de oposición por parte del Tribunal Supremo venezolano y ofrecer sus tarjetas a militantes tildados de “traidores”.
Todo esto provocó la retirada del grueso de la oposición, encabezada por 27 partidos, y siguieron la línea propuesta por Juan Guaidó, principal cabeza de la disidencia, que apostó por la realización de una consulta paralela una semana después del 6 de diciembre.
El Chavismo ha adelantado que, al recuperar el Parlamento, en poder de la oposición desde 2016, impulsarán una ley para “castigar” a los diputados que, según consideran, impulsaron bloqueos y sanciones contra Venezuela.
“El 5 de enero nos instalamos y el 6 entregamos un documento exigiendo se apruebe una ley que castigue con todo el peso de la justicia a los traidores, a los que vendieron la Patria, pidieron sanciones e invasiones”, puntualizó Diosdado Cabello, uno de los candidatos con mayor renombre de “La Revolución”.
Incluso las amenazas se traducen en posibles encarcelamientos a los opositores como lo dejó entrever Jorge Rodríguez, un viejo conocido dentro del chavismo, quien hoy es candidato a diputado, luego de ocupar los principales cargos de confianza del entonces presidente Hugo Chávez, entre ellos vicepresidente de Venezuela.
“A esos bichos hay que decirles que, si se visten con la braga amarilla es porque van presos después del 5 de enero de 2021, por ladrones, por asesinos, por criminales, por paramilitares, por narcotraficantes porque no tienen patria esas ratas”, destacó Rodríguez en uno de los actos de cierre de esta semana en Caracas.
La opción opositora está representada por partidos alternos, algunos con protagonistas de las polémicas elecciones presidenciales de 2018, Henri Falcón y Javier Bertucci, un exintegrante del chavismo y un pastor evangélico, respectivamente, quien en su momento postularon sus nombres como candidatos presidenciales.
“El único camino para lograr un cambio de gobierno en Venezuela y salir de este desastre chavista es el voto” expresó hace algunas semanas Falcón, presidente del partido Avanzada Progresista.
Bertucci, si ha inscrito su nombre entre los aspirantes al Parlamento y ha destacado en sus últimos actos de campaña que “cualquiera que promueva la abstención lo que busca es el saboteo y la miseria para su pueblo” en referencia al boicot al que apuesta la alianza opositora mayoritaria que lo califica de “colaboracionista”.
Sin embargo, distintas encuestadoras locales como Datanálisis proyectan que la abstención podría ser la gran protagonista ya que solo un poco más de 30 % de los venezolanos estaría dispuesto a votar.
Según el padrón electoral son 20.710.421 personas las que están habilitadas para elegir a los 277 diputados que conformaran la nueva Asamblea Nacional durante los próximos cinco años.
En la última semana el propio Nicolás Maduro ha querido caldear el ambiente al asegurar que estaría dispuesto a renunciar a la presidencia de Venezuela si las fuerzas revolucionarias salieran derrotadas en los comicios del domingo.
“Al pueblo se lo digo, dejo mi destino en sus manos. Si vuelve a ganar la oposición, me voy de la Presidencia. Si la oposición gana las elecciones, yo no me quedaré más aquí”, adelantó.
Un anuncio que para muchos da cuenta de lo seguro de la victoria del Chavismo que le permitiría, como en otrora, tener el control de todos los Poderes Públicos en Venezuela.