La difusión este domingo de una grabación del presidente estadounidense Donald Trump, en la que pide a un alto cargo electoral «encontrar» las papeletas de votos necesarias para anular su derrota en el estado de Georgia, provocó indignación en Washington, lanzando una semana que se presenta
Como preludio, el nuevo Congreso de Estados Unidos asumió sus funciones este domingo, y la Cámara de Representantes volvió a elegir como presidenta a la demócrata Nancy Pelosi, una hábil estratega de 80 años.
Pero, a dos días de unas elecciones cruciales para el control del Senado y a tres de una sesión del Congreso en la que se debe sellar la victoria del presidente electo, Joe Biden, lo que más llamó la atención fue la conversación entre Trump y un alto cargo electoral de Georgia.
El presidente, que sigue sin reconocer su derrota en las elecciones del pasado 3 de noviembre, buscó durante una larga conversación telefónica la ayuda de Brad Raffensperger, el congresista republicano encargado de las elecciones en Georgia.
«No pasa nada por decir que has vuelto a contar» los sufragios emitidos, declaró el mandatario, según una grabación de la conversación realizada a escondidas y difundida primero por The Washington Post.
«Sólo quiero encontrar 11.780 votos (…) porque hemos ganado en ese estado», dijo, a pesar de que la victoria del demócrata Biden en Georgia, con unos 12.000 sufragios de ventaja, fue confirmada por un recuento y auditorías.
Repitiendo sus acusaciones de fraude, rechazadas por los tribunales, el multimillonario republicano le dijo a Raffensperger que le habían robado las elecciones.
«Sabéis lo que han hecho y no decís nada: es un delito, no podéis dejar que eso ocurra, es un gran riesgo para vosotros», añadió.
Raffensberger, que estaba acompañado por un abogado del estado, no cedió. «Pensamos que nuestras cifras son buenas», contestó.
«Desprecio por la democracia»
El Partido Demócrata denunció inmediatamente presiones «potencialmente reprensibles» por parte del presidente.
«El desprecio de Trump por la democracia ha quedado al descubierto», comentó el congresista demócrata Adam Schiff, que consideró esas presiones como «potencialmente reprensibles».
Su compañera Debbie Wasserman Schultz denunció el acto de «un presidente desesperado y corrupto».
El congresista republicano Adam Kinzinger pidió, por su parte, a los miembros de su partido que no sigan al presidente en su rechazo a los resultados electorales. «No podéis hacer eso, teniendo la conciencia tranquila», escribió en su cuenta de Twitter.
Aunque algunos pesos pesados republicanos, entre ellos el líder de los senadores Mitch McConnell, acabaron admitiendo la victoria de Biden, Trump sigue teniendo el apoyo de decenas de congresistas.
Tanto en la Cámara como en el Senado, esos parlamentarios prometieron negarse a certificar la victoria de Biden el miércoles, durante una sesión en el Congreso para registrar formalmente los resultados de las presidenciales de noviembre.
Al mismo tiempo, varios seguidores de Trump se unirán cerca de la Casa Blanca para mostrarle su apoyo.
Las intervenciones de esos congresistas no tienen ninguna posibilidad de impedir la investidura de Biden el 20 de enero, pero su actitud podría complicar la misión que asumió: «reconciliar» Estados Unidos.
«El futuro del país»
El éxito del demócrata dependerá, sobre todo, de las elecciones del martes en Georgia, que determinarán el control del Senado. Para que la Cámara Alta sea controlada por los demócratas, sus candidatos deberán llevarse los dos escaños en juego, un reto que se presenta complicado.
Es tanto lo que está en juego, que el presidente Trump y el mandatario electo Biden visitarán el estado el lunes. También lo harán sus respectivos números dos: Mike Pence y Kamala Harris.
«El futuro del país está en juego aquí en Georgia, en nuestras papeletas», dijo a la cadena Fox News la senadora republicana Kelly Loeffler, quien espera conservar su escaño frente al pastor negro Raphael Warnock.
«Es una elección entre nuestras libertades (…) y el socialismo», añadió, haciéndose eco del argumento de los republicanos en esta carrera: el fantasma de un poder que se inclina hacia la izquierda.
«Estamos a punto de lograr una victoria histórica después de cuatro años de grave incompetencia, racismo, odio y prejuicio», dijo por su parte el demócrata Jon Ossoff, de 33 años, a la cadena CNN, con la esperanza de quedarse con el escaño del republicano David Perdue, de 71.
Los dos republicanos son favoritos: Perdue ganó en la primera vuelta de esos comicios, y Loeffler recibirá probablemente los votos de los seguidores de otro conservador derrotado en la primera ronda.
Pero los demócratas confían en aprovechar la dinámica creada por la victoria de Biden para ganar. La batalla de Trump contra los resultados electorales también podría beneficiarles: si están convencidos de la existencia de un fraude, los electores republicanos podrían quedarse en casa.