El año 2020 inició con grandes propósitos, retos y metas, particularmente con altas motivaciones, ya que en diciembre las familias se reúnen en armonía, felicidad, abrazos, sonrisas y regalos son el ir y venir de la mayoría de personas con el anhelo de iniciar un año próspero.
Sin embargo, el conflicto que vive el país por cuenta de los grupos armados al margen de la ley que desean sembrar terrorismo en la población, hicieron que el Grupo Aéreo del Casanare iniciara con más fuerzas, robusteciéndose y trabajando sin parar, con muchos objetivos en mente y la sinergia de cada integrante del GACAS que laboraba para cumplir la misma misión: volar, entrenar y combatir para vencer.
Pero con lo que nadie contaba en el país ni en el mundo, era con que este año la población iba a atravesar por una pandemia que cambió completamente los hábitos regulares de los seres humanos, el más fuerte, sin lugar a duda fue el distanciamiento obligatorio que separó familias, cerró fronteras y mantuvo durante meses a las personas encerradas en sus casas.
En la ‘Casa de los Centauros del Aire’, como es conocido el Grupo Aéreo del Casanare, nada de esto fue ajeno y, aunque se implementaron medidas como el teletrabajo para continuar las labores diarias, habían trabajos específicos que necesitaban de la mano de obra como el personal de mantenimiento de las aeronaves que tuvieron que dormir en los hangares para que la operación continuara, o civiles que se acomodaron a vivir como militares para seguir brindando el bienestar a todo el personal de la Base que seguía trabajando, porque nunca se pararon los vuelos, siempre hubo una aeronave en el cielo llegando a las poblaciones más apartadas de los llanos orientales.
Los centauros del aire despegaron como lo hacen todos los aviones, con el viento en contra, pero esta vez más alto, por el compromiso con todos los llaneros que necesitan a su Fuerza Aérea, que se ve reflejado en alrededor de 3.600 horas de vuelo empleadas en aeronaves tripuladas y remotamente tripuladas, realizando misiones de transporte de personal y carga, evacuaciones y traslados aeromédicos, vigilancia y reconocimiento, jornadas de apoyo al desarrollo, entre otras actividades que permitieron que, a pesar de las circunstancias, siguiera el funcionamiento óptimo de la región.
El distanciamiento no solo alejó a familiares y amigos, también dificultó que su Fuerza Aérea Colombiana tuviera la acostumbrada cercanía con la comunidad, pero esto no impidió que a través de los ojos, con tapabocas y un saludo diferente llegáramos a los lugares más apartados a llevar ayudas humanitarias y con medidas de bioseguridad ayudar a quienes más lo necesitan, realizando un total de 244 actividades en pro de las comunidades y beneficiando a más de 11000 personas en los departamentos de Arauca y Casanare.
Este es el momento para recordar el oportuno transporte humanitario que se realizó en julio, el cual se denominó ‘Operación Vida’, en el que se pudieron rescatar a dos bebés indígenas con alto grado de desnutrición, quienes pertenecen al resguardo indígena de Caño Mochuelo, que es tal vez, una de las comunidades más apartadas del territorio casanareño hacia Yopal, donde fueron tratadas por especialistas para ser salvadas sus vidas.
También, tener presente cómo por primera vez cayó lluvia verde en Casanare, gracias a la articulación de su Fuerza Aérea Colombiana, el Ejército Nacional y Corporinoquia, para realizar una siembra masiva de cientos de semillas de árboles nativos que reverdecerán zonas que han sufrido tala indiscriminada en Orocué, Casanare, de una manera única, siendo lanzadas desde un helicóptero Black Hawk de su Fuerza Aérea.
Fueron muchos los momento y actividades en las que reinventándose e ingeniando diferentes formas la Institución Aérea continuó dibujando alegría, así fuera a través de los ojos, ya que las mascarillas nos cubren la sonrisa, pero no la felicidad que siente su Fuerza Aérea de servir a los colombianos y poder ayudarlos diciendo ¡Así se va a las Estrellas!
Fuente: Prensa Grupo Aéreo del Casanare.