En una cabaña en los confines de Bangladés, dos hermanos, que apenas logran sobrevivir con la zapatería que crearon, poseen dos de los últimos perros de caza sarail, una raza antiguamente venerada en el país y ahora amenazada de extinción.
Alto, atlético, delgado, con orejas puntiagudas y un pelaje bicolor, este hermoso perro de raza está emparentado con el galgo de Bengala.
Originario de Sarail, localidad de Bangladés fronteriza con India, de la que lleva el nombre, el animal, alabado por su fidelidad, fue venerado en Bangladés durante siglos.
Sus cualidades de perro de caza y de guardia eran muy apreciadas en el ejército y por la policía.
Actualmente, sólo unas pocas decenas de sarails puros subsisten en el país, según los especialistas, entre ellos dos jóvenes ejemplares machos de dos años, gemelos idénticos, que pertenecen a los hermanos Rabidas, zapateros de profesión.
Sus perros de caza, con la característica punta de la cola blanca, presentan un pelaje oscuro, patas blancas, y un hocico con manchas blancas. Ambos pasan la mayor parte de sus días encadenados o acostados en la cabaña de sus amos.
«Muchas familias han poseído un sarail pero hoy en día son pocas las que aún tienen uno, y la mayoría de las veces es para proteger su casa o en homenaje a la historia local», explica a la AFP Topon Rabidas, el menor de los zapateros, de 38 años, cuya familia crio esta raza de perros durante generaciones.
«Mi abuelo nos pidió que mantuviéramos al menos dos en casa en memoria de nuestros antepasados. He cumplido mi promesa y los sigo protegiendo», comenta por su parte su hermano mayor, Joton, de 40 años, «pero dudo que la próxima generación perpetúe su cría».
Si bien los dos hermanos se enorgullecen de haber heredado estos perros, criarlos les cuesta muy caro.
Menos de 40 perros sarail puros
En un país donde alrededor del 30 % de los 168 millones de habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza, para estos hermanos poseer un sarail como mascota es un verdadero lujo teniendo en cuenta sus escasos recursos como zapateros.
Confiesan aparearlos con simples perras del barrio y cobrar hasta 500 dólares por cachorro. Estas sumas les permiten comprar las enormes cantidades de carne vacuna y de pollo que devoran cada día estos perros de raza.
Los fanáticos de los sarails multiplican las críticas contra los hermanos, acusándolos de perjudicar las perspectivas de la especie a largo plazo.
A cien kilómetros de allí, habitantes ricos de la capital Dacca y propietarios de sarails, intentan preservar la especie gracias a algunos medios gubernamentales asignados, tras el fracaso de las medidas instauradas en los años 70.
Kaiser Tamiz Amin, propietario de sarails desde hace veinte años, creó una página Facebook dedicada al intercambio de información sobre la especie amenazada. Según este banquero, de 58 años, quedarían entre 30 y 40 sarails de pura raza en el país.
El célebre perro parece «haber evolucionado a partir del cruce del galgo inglés, que los británicos importaron, con perros de caza ya presentes en Bengala, que pertenecían generalmente a personas importantes», precisa este apasionado.