El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, tomará las riendas de un país abrumado por una convergencia de crisis derivadas de la pandemia y las divisiones políticas, que confía en afrontar con un rotundo llamado a la unidad.
Una investidura atípica
La ceremonia sentó el tono para la atípica jornada de investidura, constreñida tanto por las limitaciones derivadas de la pandemia como por los temores de nuevos incidentes violentos, tras el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero.
Las calles del centro de Washington, normalmente repletas antes de cualquier investidura, están cercadas por altas vallas y cerradas al tráfico y al paso de los viandantes, bajo la atenta mirada de hasta 25.000 militares de la Guardia Nacional, cinco veces más que los que hay en Irak y Afganistán.
Además de ese despliegue de seguridad sin precedentes para una investidura presidencial, la jornada contrastará con otras por la ausencia de público en el National Mall, la enorme explanada que se extiende desde el Capitolio hasta el monumento a Lincoln.
Para representar a los estadounidenses que, de no haber sido por la pandemia, se habrían desplazado a Washington para ver la investidura, los organizadores han dispuesto a lo largo de esa explanada 191.500 banderas de diferentes tamaños y tipos, iluminadas por 56 pilares de luz que representan a los estados y territorios del país.
Los invitados
Solo unos 1.000 invitados podrán presenciar el discurso de Biden en persona desde la escalinata oeste del Capitolio, frente a los 200.000 que solían ocupar los asientos de honor durante ceremonias previas.
La mayoría son legisladores estadounidenses, aunque también estarán los expresidentes Barack Obama (2009-2017), George W. Bush (2001-2009) y Bill Clinton (1993-2001), junto a sus respectivas esposas, Michelle Obama, Laura Bush y Hillary Clinton.
El vicepresidente saliente, Mike Pence, asistirá también a la ceremonia, al contrario que Donald Trump, quien será el primer mandatario en 152 años que no asiste a la investidura de su sucesor, y ya estará en Florida para cuando Biden jure su cargo a las 12.00 del miércoles (17.00 GMT).
¿Cómo será su discurso?
El discurso de investidura de Biden durará entre 20 y 30 minutos, más que los 16 que duró el de Trump hace cuatro años, y tendrá un tono optimista, según su equipo.
«El discurso está estructurado en torno al tema de la unidad», dijo a Efe este martes uno de sus asesores, que pidió el anonimato.
«Le tenderá la mano a todos los estadounidenses y pedirá a cada ciudadano que forme parte del intento de hacer frente a los desafíos extraordinarios que enfrentamos», añadió.
La fuente reconoció que ese llamado a la unidad se produce «en un momento de crisis sin precedentes», no solo por la pandemia, sino debido a la desconfianza en las instituciones y en el resultado de las elecciones que ha sembrado Trump.
El 70 % de los estadounidenses que se declaran afines al partido republicano sigue sin creer que Biden fuera elegido de forma legítima, según una reciente encuesta del diario The Washington Post y la cadena ABC News.
Eso demuestra la magnitud del reto que enfrenta Biden, que comenzará además su mandato justo cuando está a punto de comenzar un juicio político contra Trump por su responsabilidad en el asalto al Capitolio.
Sin embargo, el mandatario electo llegará al poder con una agenda ambiciosa, y en su primer día en el poder ya planea enviar un proyecto de reforma migratoria al Congreso y ordenar el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París sobre el clima, entre otras medidas.
Horas antes de convertirse en el presidente número 46 de la historia de Estados Unidos, Biden abandonó emocionado el estado donde lanzó su carrera política, Delaware, y voló hacia Washington para reunirse con la que será la primera mujer vicepresidenta del país, Kamala Harris.
Juntos participaron en su primer acto en Washington antes de la investidura: una ceremonia de homenaje a las víctimas de la pandemia en Estados Unidos, donde unas horas antes se había alcanzado el sombrío récord de 400.000 muertes por covid-19.
«Para sanar tenemos que recordar, y es difícil a veces recordar, pero (…) es importante hacer eso como país», dijo Biden en una breve y solemne ceremonia frente al monumento a Lincoln, uno de los más icónicos de la capital.
Biden, Harris y las parejas de ambos -Jill Biden y Doug Emhoff, respectivamente- guardaron silencio mientras el contorno del estanque reflectante situado frente al monumento a Lincoln se iluminaba, por primera vez en la historia, con 400 luces que representaban las vidas perdidas debido a la enfermedad.
«Esta noche nos unimos y empezamos a sanar juntos», dijo poco antes la vicepresidenta electa Harris.
Cientos de ciudades, pueblos y tribus del país se apuntaron al tributo e iluminaron a la misma hora (las 17:30, o 22:30 GMT) sus monumentos más icónicos, como el Empire State en Nueva York o el Space Needle en Seattle, además de hacer sonar las campanas de sus iglesias.