Un experto de la misión de la OMS, que concluyó su misión en China sobre los orígenes del coronavirus sin lograr resultados contundentes, puso en duda las informaciones de la inteligencia de Estados Unidos sobre la pandemia, que sigue obligando a una parte del mundo a mantener las restricciones.
«No se fíen demasiado de los servicios de inteligencia estadounidenses», que son «erróneos en muchos aspectos», tuiteó este miércoles Peter Daszak, que formó parte del equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que se desplazó a China.
Los científicos terminaron su misión sin determinar el origen del coronavirus, que en un año ha causado la muerte de más de 2,3 millones de personas en todo el mundo.
Los expertos de la OMS trabajaron varias semanas en Wuhan, ciudad del centro de China donde se registraron los primeros casos de covid-19 en diciembre de 2019, en medio de fuertes presiones. Por un lado de Estados Unidos, que exigía una «sólida» investigación, y por otro de China, cuyas autoridades advirtieron contra la politización de la misión.
Según Daszak, el equipo trabajó «a toda máquina y en el ambiente político más pesado que se pueda imaginar».
El martes, los expertos explicaron en una rueda de prensa que no han encontrado la especie o especies animales que pudieron transmitir el virus a los seres humanos y descartaron prácticamente la hipótesis de que el virus pudiera haberse ‘escapado’, involuntariamente o no, del Instituto de virología de Wuhan, como sugirió el expresidente estadounidense Donald Trump.
Horas después, el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Ned Price, afirmó que «en lugar de fiarnos de conclusiones que pueden estar motivadas por cualquier cosa salvo por la ciencia, queremos ver donde nos conducen los datos y la ciencia, y sobre eso se basarán nuestras conclusiones».
Este miércoles un portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin, afirmó que su país iba a cooperar con la OMS de manera «abierta y transparente».
Wang pidió a Washington que hiciera lo mismo y confió en que los expertos de la OMS también puedan investigar en Estados Unidos sobre el origen de la pandemia.
La pandemia ha dejado en todo el mundo más de 106 millones de contagiados y la aparición de las variantes brasileña, británica y sudafricana del virus han acelerado los casos en muchos países.
En Europa, donde hay más de 777.000 fallecidos y 34 millones de contagios, las restricciones se mantienen o aumentan.
Este miércoles, el gobierno alemán presentará a las regiones un plan para mantener el confinamiento parcial al menos hasta el 14 de marzo debido a la presencia en el país de las nuevas variantes.
En el Reino Unido, donde ya hay más de 113.000 muertos, se obligará a los viajeros que entren en su territorio a someterse a dos pruebas PCR durante los 10 días de cuarentena obligatoria.
España, que superó este martes los tres millones de casos registrados, anunció también la prolongación hasta el 2 de marzo de las limitaciones impuestas a los vuelos procedentes del Reino Unido, Brasil y Sudáfrica, donde se detectaron nuevas variantes.
Frente a estas restricciones, que provocan una hecatombe económica traducida en cifras y otros efectos más difíciles de medir, como descontento social y problemas psicológicos, la vacunación intenta acelerarse.
Este miércoles, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, admitió que la ciencia había ido por delante de la industria.
Es decir, las vacunas contra el coronavirus se concretaron en un tiempo récord, pero la fabricación y distribución registra numerosos obstáculos en Europa y en todo el mundo.
Este miércoles, el laboratorio alemán BioNTech empezó a producir su vacuna contra el coronavirus desarrollada con Pfizer en una nueva fábrica de Marburgo, en el centro-oeste del país, para aumentar la oferta.
Von der Leyen admitió que el hecho de que la Unión Europea (UE) negociara en nombre de todos sus miembros la compra y distribución de vacunas fue un proceso con errores, pero lo defendió, ya que si no los países con menos recursos de Europa se habrían quedado sin dosis.