La justicia chilena le dio libertad condicional a una mujer involucrada en el crimen de su propio hijo durante un ritual en una secta religiosa en el año 2012.
Según detalla los medios locales, Natalia Guerra Jequier se encontraba internada en el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín cumpliendo condena por el delito de parricidio, luego de ser condenada en 2017 a 5 años de prisión y tras estar prófuga por dos años.
La Corte de Apelaciones ordenó su libertad inmediata y deberá realizar presentaciones presenciales en un centro de apoyo para la Reinserción Social.
Guerra Jequier, diseñadora gráfica de profesión, habría permitido que el líder de su secta asesinara a su bebé recién nacido la noche del 23 de noviembre de 2012, en Quilpué. El hombre identificado como Ramón Castillo Gaete, se proclamaba como el cabecilla de la ‘Secta de Colliguay’ y se hacía llamar ‘Antares de la Luz’.
Dicho grupo estaba conformado por ocho personas, quienes esperaban el ‘fin del mundo’ que supuestamente profetizaba la cultura maya para 2012.
Durante todo ese tiempo Castillo Gaete, se encargó de convencer a sus discípulos, incluyendo a Natalia, que él era una suerte de ‘Divinidad’ por lo que debían hacer lo que dijera.
De hecho, Antares influyó tanto en sus seguidores que hasta los obligó a terminar sus relaciones amorosas, situación que pasó con Natalia quien para ese momento era novia de otro integrante de la secta llamado Pablo Undurraga. La pareja no dudó en separarse, sin embargo, pocas semanas después, el líder comenzó a tener relaciones sexuales con Guerra y con las demás mujeres del grupo.
Natalia quedó embarazada de Ramón y este le aseguró que el niño que venía en camino era el ‘anticristo’. Tras el nacimiento del bebé, el hombre procedió a realizar un ritual sacrificando al recién nacido.
El niño al que llamaron Jesús Guerra, lo desnudaron, le pusieron una media en su boca, lo amarraron de manos y pies y luego lo lanzaron a una hoguera acabando así con su corta vida.
El descubrimiento de este macabro caso salió a luz meses después de que el grupo religioso se disolviera al ver que el mundo no se acabó, y la hermana de una de las integrantes denunciara ante las autoridades las atrocidades que llegaron a practicar estas personas.
En ese momento Ramón se encontraba en Perú buscando drogas, y tras enterarse de que lo estaban buscando les envió un correo electrónico a sus exdiscípulos y les dijo: “Sé que todo se sabe, así que háganse los locos”. Luego procedió a suicidarse.