La ONU alertó este viernes del deterioro «dramático» de la situación humanitaria en la región etíope de Tigray, donde según la organización hay unas 400.000 personas en condiciones de hambruna y otros 1,8 millones al borde de ella.
Ramesh Rajasingham, jefe humanitario en funciones de Naciones Unidas, advirtió al Consejo de Seguridad que las vidas de muchas de estas personas dependerán de que se pueda suministrar o no ayuda humanitaria de forma inmediata.
«Necesitamos llegar a ellos ahora. No la próxima semana. Ahora», subrayó Rajasingham, que insistió en la importancia de que las organizaciones humanitarias tengan un acceso seguro y sin impedimentos a la zona, tras los recientes ataques sufridos y las trabas por parte de las partes del conflicto.
En los últimos días, la ONU ha denunciado importantes problemas para llegar a las personas necesitadas de asistencia en Tigray, a pesar de que el lunes el Gobierno etíope anunció un alto el fuego unilateral que puso fin a ocho meses de ofensiva militar.
Hoy, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU retomó el reparto de comida en la zona, pero dijo que sigue teniendo problemas de acceso.
Fuentes humanitarias que prefieren permanecer en el anonimato habían confirmado que, a pesar del cese de las hostilidades declarado por Adís Abeba, el bloqueo sobre la región se agrava, aumentando la presión sobre la población civil.
Rajasingham aseguró ante el Consejo que en las últimas semanas la situación de la población ha seguido deteriorándose, con un importante aumento de la inseguridad alimentaria con respecto a la que ya era la «peor situación de hambruna vista en décadas», cuyas cifras son según algunas fuentes peores que las presentadas por la ONU.
Según dijo, hay unos 33.000 niños con malnutrición grave y la crisis seguirá empeorando con la próxima llegada de la época lluviosa, que además crea el riesgo de brotes de enfermedades.
En total, aseguró, unos 5,2 millones de personas necesitan ayuda alimentaria, por lo que resulta vital poder llevar más provisiones a Tigray.
«Lo que necesitamos por encima de todo es que todos los actores armados y de seguridad ofrezcan garantías para un acceso seguro por carretera a los trabajadores y productos humanitarios hacia y desde Tigray, así como a las partes más remotas de la región», señaló el responsable de la ONU.
Según denunció, ahora mismo hay cinco camiones de Unicef bloqueados y esta semana ya se impidió la entrada a la región de un convoy del PMA.
También es necesario acceso aéreo, según dijo Rajasingham, que anunció que el Gobierno etíope ha autorizado un vuelo humanitario para este sábado con destino a Mekele, la capital regional, aunque urgió a garantizar que esos permisos no sean algo esporádico.
La crisis en Tigray se inició cuando el Gobierno federal lanzó una ofensiva el pasado 4 de noviembre contra el Frente Popular de Liberación Tigray (FPLT), partido gobernante en la región hasta entonces, tras una escalada de tensiones y en represalia por una agresión previa de fuerzas tigriñas a una base del Ejército federal.
El conflicto ha dejado hasta ahora miles de muertos, cerca de 2 millones de desplazadas internamente en la región y al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.
En el plano político, la ONU subrayó hoy que Etiopía está en un momento crítico y urgió al FPLT a sumarse al alto el fuego gubernamental de forma inmediata.
«Un alto el fuego observado por todas las partes no sólo facilitaría la entrega de ayuda humanitaria, sino que sería también el punto de partida para los necesarios esfuerzos políticos con vistas a encontrar una salida a esta crisis. El conflicto en Tigray es resultado de profundas quejas políticas que sólo pueden resolverse con diálogo y un proceso político creíble«, dijo la responsable de Asuntos Políticos de la organización, Rosemary DiCarlo.
El encuentro de hoy es el primero público que el Consejo de Seguridad celebra sobre la crisis, dado que algunos de sus miembros consideran que el conflicto es un asunto interno de Etiopía y no quieren que la ONU se involucre.
EFE