Colombia se despidió el martes ante Argentina de su ilusión de jugar la final de la Copa América-2021, adonde llegó en transición a poco de estrenar técnico y sin sus máximos referentes.
Aunque no pudo repetir el festejo que ante Uruguay lo depositó en semifinales, la selección cafetera logró inscribirse entre las mejores del vecindario con la autoestima recuperada tras amenazar con su juego a Brasil y a Argentina, los dos líderes del torneo.
Ahora, le toca pelear con Perú el viernes en el estadio Mané Garrincha de Brasilia por el tercer escalón en el podio.
«Esta participación que aún no termina invita a soñar, a pensar que estamos en el camino correcto», dijo aún con el pesar de la derrota por penales el entrenador Reinaldo Rueda, quien inició su segundo ciclo con los cafeteros en enero.
Finalizado el encuentro, el DT pidió a sus jugadores que levantaran la cabeza, porque no había nada que reprocharse. «Todo ha sido positivo», evaluó.
El acceso a esta instancia hubiera sido impensado en noviembre, cuando el conjunto por entonces dirigido por Carlos Queiroz pareció en caída libre tras recibir nueve goles en dos partidos del premundial.
Un 3-0 desfavorable contra Uruguay, sin precedente en Barranquilla, y un 6-1 contra Ecuador en Quito empujaron en la clasificatoria a un combinado cafetero desmoralizado.
Así se asomaba a la Copa América-2021 la Tricolor, que en el camino también perdió la localía inicialmente compartida con Argentina. Antes de este torneo apenas había pisado el campo de juego en la doble fecha de Eliminatorias para Catar-2022, disputada en los primeros días de junio.
Y para mayor incertidumbre, la convocatoria del nuevo cuerpo técnico excluyó a su capitán y artillero histórico Radamel Falcao y a James Rodríguez otro de sus grandes referentes. Los dos por no encontrarse en plenitud física, aunque el segundo pataleó ante el descarte.
«Cabeza en alto»
Colombia se encomendó a Dios, a su buen pie y a la muñeca de su entrenador, y tal vez por gracia de los tres fue afianzándose con el correr de los días.
«Nos dimos cuenta que somos buenos y podemos pelearle a cualquiera», se envalentonó el zaguero Yerry Mina después de vencer a Uruguay.
Antes, su elenco había logrado someter por largos minutos a Brasil cuando se lo veía omnipotente en la fase inicial, pero terminó en desventaja con un polémico arbitraje del argentino Néstor Pitana.
La clasificación fue complicada, dijo Rueda para describir un solo triunfo en cuatro partidos en el grupo B. De este salieron tres de los cuatro mejores.
Pero Colombia continuó y superó en cuartos al equipo charrúa junto con la propia marca de la Copa América-2019.
«Hay que salir con la cabeza en alto», dijo el portero David Ospina, quien en el curso del torneo cumplió su partido 112 con la Tricolor. «Todo esto que se ha hecho en esta Copa América ha sido muy valioso para lo que viene», agregó, en vistas al objetivo del Mundial Catar-2022.
Según Rueda, la instancia alcanzada es «una buena valoración» para el grupo de futbolistas, que ha logrado asimilar una idea de juego en corto tiempo. «Lo importante es haber hecho un conocimiento bilateral», señaló.
No es menos cierto que la Tricolor extrañó la definición Falcao, el atacante más efectivo con 35 goles. Sin embargo, la ausencia de los pilares de siempre abrió espacios.
El liderazgo era esperable de parte de Juan Guillermo Cuadrado, de 33 años y centenario en sus apariciones con la selección, e incluso del también experimentado mediocampista Mateus Uribe, que acabó lesionado.
Pero Luis Díaz, de 24 años, asumió un papel protagónico escurriéndose en el ataque ante cualquiera de las potencias.
«Estamos formando una gran familia, todos estamos echados al mismo lado y esto es muy importante para lo que se viene», dijo el jugador descubierto en la Copa América Indígena.
El equipo ya sentó las bases; el viernes tendrá una nueva oportunidad para seguir construyendo e irse al menos con una sonrisa.