Inglaterra levanta este lunes casi todas las restricciones relacionadas con la pandemia de coronavirus en una jornada llamada «Freedom Day» y pese al aumento de infecciones, que preocupa a muchos científicos y políticos.
El covid-19 dejó más de 128.700 muertos en el Reino Unido, donde los contagios se han disparado durante semanas. El país es el más afectado de Europa por número de casos y superó los 50.000 nuevos contagios diarios durante dos días seguidos.
Entre los infectados se encuentra el ministro de Sanidad, Sajid Javid, que se vio obligado a aislarse tras dar positivo el sábado.
El día que el país deja atrás la mascarilla obligatoria y el distanciamiento social, el primer ministro Boris Johnson y su ministro de Economía Rishi Sunak, casos contacto, están cumpliendo un periodo de aislamiento.
Keir Starmer, líder del partido laborista, la principal formación de oposición, denunció una situación «caótica».
A pesar de la creciente ola de contagios, Boris Johnson confirmó el levantamiento de casi todas las restricciones restantes en Inglaterra este lunes, el llamado «Freedom Day» («Día de la Libertad»), prefiriendo confiar en la «responsabilidad individual» para luchar contra el virus.
Johnson cuenta con el éxito de la campaña de vacunación que empezó en diciembre –con más de dos tercios de los adultos totalmente vacunados– y que ha «debilitado en gran medida» el vínculo entre la enfermedad, los ingresos hospitalarios y las muertes, permitiendo al sistema de salud pública hacer frente a la situación.
También cree que el periodo de verano es el «momento adecuado» para relajar las normas, ya que las autoridades temen que otros virus, como la gripe, puedan empeorar la situación en otoño.
Sin embargo, en un vídeo publicado en Twitter el domingo, Johnson hizo un llamamiento a la población para que actúe, subrayando la «extrema contagiosidad» de la variante Delta. «Por favor, tengan cuidado», dijo.
Esta etapa clave en el proceso de desconfinamiento estaba prevista para el 21 de junio pero se retrasó cuatro semanas para poder vacunar a millones de personas más.
Desde la medianoche, los locales y estadios pueden volver a abrir con aforo completo, las discotecas pueden volver a aceptar público, los pubs pueden reanudar el servicio de bar y ya no hay límite en el número de personas que pueden reunirse.
Además las mascarillas dejarán de ser obligatorias pero se recomiendan en los transportes y comercios.
Las demás naciones del Reino Unido -Escocia, Gales e Irlanda del Norte-, que tienen competencias en materia de salud, adoptaron un calendario más prudente que Inglaterra y mantienen la obligación de llevar mascarilla en lugares públicos cerrados y en el transporte.
Hasta 100.000 nuevos casos
La oposición laborista afirma que el gobierno es «imprudente» ante el aumento de infecciones por la variante Delta, altamente contagiosa.
El número de contagios diarios podría alcanzar 100.000 este verano, según el propio ministro de Sanidad.
Un grupo de influyentes científicos internacionales pidió al gobierno británico que dé marcha atrás en su decisión, que «corre el riesgo de socavar los esfuerzos para controlar la pandemia no solo en el Reino Unido, sino en otros países».
Incluso en el propio bando conservador de Boris Johnson hay voces críticas.
El exministro de Sanidad, Jeremy Hunt, calificó la situación de «muy grave», con un número creciente de ingresos hospitalarios que podría llevar al gobierno a volver a imponer restricciones, como ocurrió en Israel y Holanda.
Actualmente hay unos 550 pacientes de covid-19 en cuidados intensivos en el Reino Unido, frente a los más de 4.000 que había en el momento álgido de la segunda ola, en enero.
El lunes también se relajan las restricciones en las fronteras.
Las personas que se hayan vacunado completamente en el Reino Unido y procedan de países clasificados como «ámbar», entre los que se encuentran muchos destinos turísticos como Italia y España, ya no tendrán que cumplir la cuarentena a su llegada.
La excepción es Francia, a raíz de la «presencia persistente» de casos de la variante Beta, que preocupa al gobierno por su resistencia a la vacuna de AstraZeneca, muy utilizada en el Reino Unido.