Ocho organizaciones ambientales que conforman la iniciativa llamada ‘ANA’ con presencia en seis países de la cuenca amazónica, piden a los gobiernos, entre ellos el de Colombia, «ser ambiciosos» con la meta de conservación en esta importante región.
En ese sentido, se refirieron al primer borrador que publicó Naciones Unidas (ONU) sobre las metas globales de biodiversidad, que prevé que el 30% de las áreas de la tierra estén conservadas para el año 2030.
Dichas organizaciones ciudadanas aseguran que para el caso de la Amazonia (conformada por nueve países suramericanos) es necesario «tener metas específicas, de acuerdo a su importancia y a la relación con los pueblos indígenas», dijo Mariana Gómez Soto, líder temática de incidencia regional de la Fundación Gaia Amazonas, una de las ONG que conforma la iniciativa.
«Si tomamos ese porcentaje del nuevo marco de metas que se está negociando en este momento del 30%, es una meta significativa. Sin embargo, para los grandes ecosistemas boscosos el 30% no es una meta ambiciosa, porque cerca del 50% de la Amazonia, de la región al norte del río Amazonas, se encuentra bajo alguna figura de protección, bien sea por áreas establecidas como protegidas, o por que allí hay territorios indígenas», señaló Soto.
Dos grandes retos de conservación de la Amazonia
Para la experta, los países Amazónicos tienen dos grandes retos: proteger no solo los bosques Amazónicos, sino las zonas que los conectan y reconocer el papel de los pueblos indígenas.
«Es urgente detener también la pérdida de la biodiversidad en las zonas que conectan con la Amazonia, porque sería también una forma de hacerle frente a las economías ilegales que funcionan en este territorio, además de cambiar el modelo de desarrollo por uno sostenible», afirmó.
De otro lado, expresó que el segundo reto tiene que ver con realizar estrategias complementarias a las de los pueblos indígenas en la Amazonia, con el fin de reconocer la labor de estas comunidades y la protección de los ecosistemas.
Sin Amazonia, no hay agua ni alimentos
Mariana Gómez Soto, de la Fundación Gaia Amazonas, dijo que esa región es «importantísima porque regula el ciclo del agua, llevando agua desde el Atlántico hasta los Andes. El agua que consumimos en la ciudades andinas, depende de la regulación de los patrones de lluvias en la Amazonia».
Agregó que «la Amazonia influye incluso en los patrones de lluvia de los grandes cinturones agrícolas de América, en las grandes planicies de Estados Unidos y la zona circundantes al río de la Plata (Argentina) donde se siembra la mayoría de granos que consumimos».