Las historias de dolor, resistencia, resiliencia, convivencia y perdón de cinco familiares de víctimas de ejecuciones extrajudiciales fueron escuchadas este miércoles 10 de noviembre en el Encuentro por la Verdad: ‘Reconocimiento de responsabilidades sobre las ejecuciones extrajudiciales en Casanare’ que se realizó en la ciudad de Yopal. Este escenario también contó con la participación de dos miembros retirados de la fuerza pública y uno activo, quienes reconocieron responsabilidades y aportaron voluntariamente en el proceso de dar a conocer la verdad para entender por qué pasó lo que pasó en medio del conflicto armado colombiano.
Al inicio del evento, el comisionado Alejandro Valencia señaló que la Comisión de la Verdad llegó a este territorio para continuar con la ruta de reconocimiento que se ha adelantado desde hace dos años y que ha significado una labor ardua y cuidadosa por la verdad y la justicia: “Siempre respetando la centralidad de las víctimas y la voluntad de contribuir por parte de los responsables”. Según dijo, estos espacios extrajudiciales se han convertido en escenarios audaces, en los cuales se ha requerido valor para conocer a través de la voz de quienes han padecido la guerra una de las prácticas más dolorosas como parte del camino hacia la reconciliación y la no repetición.
Las víctimas hablaron primero
Las víctimas del departamento de Casanare, que entre 2006 y 2007 registró la segunda cifra más alta en cuanto a la ocurrencia de ejecuciones extrajudiciales en Colombia, aprovecharon este Encuentro por la Verdad para contar sus vivencias, manifestar libremente sus emociones y expresar las peticiones al Estado para que reconozca su responsabilidad e impulse garantías que permitan que esto nunca más se repita.
Jorge Eduardo Avendaño, padre de Rubén Darío Avendaño, de 14 años, y de Luis Guillermo Roballo Mora, de 25, víctimas de ejecuciones extrajudiciales, dijo que, de corazón, agradece al Sistema Integral para la Paz por haberle ayudado a conocer qué fue lo que le ocurrió a sus hijos y por limpiar sus nombres, pues “no eran delincuentes sino campesinos que tenían sueños por cumplir”. Además, reconoció el valor de quienes han aceptado su responsabilidad en estos crímenes y pidió a las demás víctimas que, a pesar de la rabia y el dolor, no desfallezcan en su lucha.
A su turno, Jacobo Rivera, sobreviviente de ejecuciones extrajudiciales, solicitó no revictimizar a quienes tuvieron que atravesar por este tipo de situaciones y aseguró que este proceso de reconocimiento en la Comisión de la Verdad es necesario para que “Colombia por fin pase la página”. Asimismo, exigió al Estado reflexionar sobre lo que deben ser las instituciones que velan por la seguridad de los colombianos, porque “todos queremos mejores tiempos y la posibilidad de que en un futuro nos podamos dar un abrazo de reconciliación. Colombia merece salir adelante”, indicó.
Reconocimiento en voz de los responsables
Faiber Alberto Amaya, sargento segundo (r) del Ejército; un capitán activo del Gaula Militar del Ejército, quien por seguridad se mantuvo en el anonimato; y Gustavo Soto Bracamonte, mayor comandante (r) del Gaula Militar Casanare (2006 – 2007), fueron los exmiembros de la fuerza pública que se presentaron de manera voluntaria ante la Comisión y, mirando a los ojos a las víctimas, reconocieron sus responsabilidades, pidieron perdón y ratificaron su compromiso por seguir en el proceso de esclarecer la verdad.
El primero de los responsables aceptó que, por culpa de las malas decisiones que se tomaron al interior de la Brigada XVI, muchas familias sufrieron y el departamento de Casanare fue “estigmatizado y señalado”. Mencionó que, para diciembre de 2006, los comandantes comenzaron a exigir resultados diarios y por esa razón algunas personas que sirvieron como reclutadoras “comenzaron a llevar jóvenes que no tenían nada que ver con la guerra para que resultaran en una estadística más que necesitaba el comandante de la brigada para mostrar resultados exitosos”.
De acuerdo con la declaración de Amaya, mientras que los altos mandos ascendían los demás “tenían muchos problemas”, pues cada vez les exigían “bajas” para poder continuar con el poder y seguir inflando las cifras con prácticas que, supuestamente, indicaban “que se estaba ganando la guerra”. Además, afirmó que al inicio de la investigación en la justicia ordinaria lo primero que hicieron fue guardar silencio. Sin embargo, señaló que cuando arrancó la justicia transicional la situación cambió porque, para quienes realmente querían decir la verdad, “se presentó la oportunidad de hablar con tranquilidad para saber qué fue lo que sucedió”.
En palabras del sargento retirado, este proceso de esclarecimiento de la verdad le ha “quitado el peso que cargaba desde hace muchos años” porque ha podido reencontrarse con los familiares de las víctimas que, a pesar del dolor, han sido capaces de estrechar su mano, mirarlo a los ojos y decirle “lo perdonamos”. Frente a los asistentes al evento, Amaya aseguró que las víctimas son su motor para seguir e invitó a los demás implicados a que se presenten ante la Comisión. “Queremos que más comparecientes se suban a este tren de la verdad que ya arrancó y ojalá nadie nunca lo pare”, dijo.
A su turno, el capitán del Gaula Militar, a quien se le reserva el nombre por motivos de seguridad, narró que, mientras estuvo en esa brigada “se estrelló con un cambio brusco del no reconocimiento de los derechos humanos” y aseguró que la guerra se degradó a tal punto que nadie al interior de la institución hizo algo para frenar la situación. A su juicio, en ese momento los uniformados se convirtieron en “anti-seres humanos” y, en medio de su aceptación de los hechos, ratificó su compromiso por mitigar “ese dolor profundo que los familiares de las víctimas sufrieron por culpa de sus decisiones y acciones”.
“Siempre estaré dispuesto a tratar de resolver sus dudas. Hay que decir que con reconocer estos actos no estamos traicionando a la institución, sino que estamos asumiendo las consecuencias de nuestras acciones”, expresó.
El último en intervenir fue Gustavo Soto Bracamonte, quien reconoció sus responsabilidades respecto a las ejecuciones extrajudiciales cuando fungió como comandante del Gaula Militar de Casanare entre 2006 y 2007. Ante las víctimas, el exmilitar aceptó haber sido el responsable del asesinato de sus seres queridos y manifestó su voluntad de limpiar ante Colombia y el mundo el buen nombre de cada uno de ellos, pues como reveló “siempre se maquilló las cifras al decir que estas víctimas pertenecían a grupos armados ilegales, pero todo era mentira, eran personas inocentes”.
“Yo soy el responsable de estos actos y por eso quiero rendir un tributo especial a todas esas personas que perdieron la vida en manos del Gaula Casanare, se reportaron de esa manera para satisfacer las necesidades de los superiores. Considero que la valentía de un hombre está en reconocer sus faltas y por eso quiero pedir perdón a las víctimas y al pueblo colombiano porque les falté. Estoy dispuesto a reunirme con más víctimas del conflicto armado”, ratificó.
Al cierre, el comisionado Alejandro Valencia retomó la palabra, agradeció a las víctimas y responsables sus testimonios e indicó que estos encuentros nos demuestran que la verdad es un punto de partida para la reconciliación.