La variante ómicron del coronavirus se propaga generando temor y una avalancha de medidas en un mundo cansado por dos años de una pandemia que deja más de 5,2 millones de muertos, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) no tiene hasta ahora constancia de ningún deceso por esta nueva cepa.
«No he visto ninguna información sobre muertes vinculadas con ómicron», dijo Christian Lindmeier, de la OMS, en Ginebra, aunque advirtió «tendremos seguro más casos, más informaciones y, ojalá que no, posiblemente fallecidos».
La OMS considera «elevada» la probabilidad de que ómicron se extienda por todo el mundo, aunque hay muchas incógnitas sobre su peligrosidad y transmisibilidad.
Desde que Sudáfrica informó de su aparición la semana pasada, más de 20 países de los cinco continentes detectaron casos, en su mayoría importados, aunque Estados Unidos y Australia ya dieron cuenta de infecciones locales.
Estados Unidos confirmó el jueves 10 contagios por ómicron: cinco en el estado de Nueva York, uno en California, uno en Minnesota y uno en Hawai.
La persona infectada en Minnesota había viajado a Nueva York y el paciente de Hawái no estaba vacunado pero no había viajado, lo que demuestra que la variante empezó a transmitirse localmente.
Australia, por su parte, anunció el viernes la detección en Sydney de la variante ómicron en tres estudiantes, a pesar de la prohibición de entrada de extranjeros a su territorio y las restricciones a los vuelos desde el sur de África.
En Oslo, más de la mitad de los cerca de 100 asistentes a una fiesta resultaron positivos al coronavirus, pese a que estaban vacunados, y al menos 17 de ellos son sospechosos de contagio con la variante ómicron, informó la alcaldía, aclarando que el número podría aumentar a medida que avancen las pruebas de secuenciación.