Andrés Maitan es un bumangués de 31 años que hace parte de los cientos de colombianos y extranjeros que han huido de Ucrania tras la invasión de las tropas rusas.
Desde Cracovia, donde se encuentra refugiado, denunció que el Ejército ucraniano estaba reclutando a extranjeros para la luchar en la guerra.
El joven, que desde hace tres años vive en Portugal y que días antes había llegado hasta Kiev a visitar a unos amigos, relató que tras los primeros bombardeos empezó la odisea para salir del país, pero en el proceso fue víctima de malos tratos, racismo e incluso, no dejaban que los hombres salieran pues estaban llamados a unirse a las tropas.
Si bien estaba al tanto de la tensión entre Ucrania y Rusia, señala que había completa normalidad en las calles hasta el día antes de la primera toma de una de las ciudades, momento en el cual decidió huir con sus amigos.
“Fueron cinco días para poder salir, nosotros estábamos en Kiev. Recibimos la alarma a las 10:00 a.m. del jueves para salir de ahí y nos trasladamos a las afueras de la ciudad, pero la gente estaba muy tranquila. Nos decían que en 48 horas llegarían los rusos. El viernes conseguimos un bus y duramos más de 30 horas hasta llegar a una frontera con Polonia”, contó Maitan.
Sin embargo, al llegar a la primera frontera, se encontró con los primeros inconvenientes, pues los soldados ucranianos no permitían el paso de extranjeros, solo dejaban cruzar a mujeres y niños de ese país.
“El trato que nos daba el Ejército ucraniano era pésimo. Las amenazas, gritos, racismo y xenofobia con todos los extranjeros. Fueron cinco días en los que no nos alimentábamos bien, no dormimos, no nos vendían los alimentos por ser extranjeros y nos cobraban por todo”, agregó el joven.
Si bien el bumangués sabía que no se podía quedar en Ucrania ante la inminente amenaza de nuevos bombardeos, él y su grupo de amigos pasaron la noche cerca de la frontera, esperando que les autorizaran el paso.
Sin embargo, el domingo en la noche conoció la noticia de que el Gobierno había llamado de manera voluntaria a los extranjeros a unirse a las tropas para combatir a los rusos y retomar el poder de las zonas que ya habían sido atacadas y en las que avanzaban las invasiones.
“El Presidente estaba llamando a los extranjeros para la guerra y por eso no nos dejaban salir de Ucrania. Unos compañeros que no alcanzaron a pasar, fueron reclutados por el Ejército para llevarlos a la guerra. Fue terrible”, relató Andrés Maitan.
¿Cómo fue la llegada a Polonia?
Tras no poder cruzar hacia Polonia por la primera frontera, el bumangués y sus amigos pagaron nuevamente una suma de 4.000 dólares para llegar a un pueblo cercano, y desde allí probar suerte.
“Fuimos a otra frontera que queda a dos horas y media de Cracovia, pero faltando diez kilómetros, el Ejército nos bajó y tuvimos que caminar cuatro horas hasta que nos sellaron el pasaporte”, contó el santandereano.
Maitan indicó que no alcanzó a ver a los soldados rusos, pues lograron abandonar Kiev antes de que las tropas llegaran pero que sí escuchó los bombardeos y algunas ráfagas de fusil a lo lejos. Aunque ya se encuentra fuera de peligro, indica que lo que vivió en estos días de tránsito fue traumático.
“Salimos de la casa con algunos alimentos, porque nos decían que en 48 horas los rusos llegarían a Kiev, esa comida nos duró para día y medio. Cogimos un bus que nos cobró 4 mil dólares, y pasamos la noche a menos siete grados. Compartíamos entre todos, pero los malos tratos del Ejército ucraniano eran fuertes. No nos dejaban verlos a los ojos, nos gritaban, pateaban y maltrataban, era horrible y muy peligroso”, concretó el joven bumangués.
Por el momento, deberá permanecer en Polonia hasta el domingo, fecha en la que regresará a Portugal.