Hoy en día niños y jóvenes están mucho más expuestos a largas horas de esta actividad.
El mundo sigue avanzando a pasos agigantados y las personas tienen cada vez mayor acceso a la información y a la tecnología. Para el caso de niños y jóvenes se han creado filtros parentales, pero, ¿son suficientes? En este caso se toca el tema de la exposición a los videojuegos, sus contenidos y efectos colaterales.
El acceso a diferentes consolas de videojuegos ahora parece más sencillo que antes, cuando se veía como un lujo tener uno de estos dispositivos. Sumado a esto, el catalogo para las diferentes marcas (PlayStation de Sony, Xbox de Microsoft o la tradicional Nintendo) ha crecido al punto que ya es complejo determinar qué tipo de juegos y bajo qué clasificación los obtienen los menores.
No es gratuito que ahora, al ver la calificación de juegos también para plataformas como PC, Mac o móviles, quienes los reseñan en los foros llegan a decir que son tan buenos que resultan altamante adictivos. Por esta razón, es vital que los padres estén atentos a los comportamientos o problemas físicos o psicológicos que puedan tener sus hijos ante largas horas o dependencia de sesiones de juego.
Hace algunos años, cuando estaban emergiendo los llamados juegos MMORPG (Massively multiplayer online role-playing game, en inglés; Videojuego de rol multijugador masivo en línea, en español) se conocieron casos en el mundo de personas de diferentes edades que llegaron a sufrir colapsos por pasar horas y horas detrás de la pantalla. Se puede decir que uno de los juegos que generó esta oleada de casos particulares fue el famoso World of Warcraft, lanzado en el año 2004 y a la fecha con una comunidad importante de jugadores.
Hoy, dentro de esta línea se encuentran juegos como Overwatch (de Blizzard, compañía creadora de World of Warcraft) o Fortnite (de Epic Games), ambos dentro del segmento multijugador online cooperativo, que ha atraído a millones de jugadores en todo el mundo. Ante este panorama, resulta de importancia conocer algunos síntomas y recomendaciones para que los ‘gamers’ más jóvenes no se vuelvan dependientes o generen una adicción a estos juegos.
Justo Mesa, director del departamento de psicología del Gimnasio Moderno, habla de dos síntomas fundamentales que deben ser tratados de manera inmediata por los padres o cuidadores, además de responsables del menor en entornos como el escolar.
El primero tiene que ver con el desequilibrio. Se pueden presentar cambios drásticos por los que la persona prefiere pasar tiempo en los videojuegos en vez de realizar actividades exteriores. «Se vuelven niños retraídos y poco sociables, dejando a un lado las responsabilidades del colegio», dice Mesa.
El otro síntoma tiene que ver con el cambio de comportamiento. Los menores suelen cambiar sus gustos, rutinas o presentar cuadros de agresividad, además de un comportamiento de aislamiento. También se puede presentar falta de concentración.
Por todo lo anterior, las recomendaciones que da el psicólogo son, primero, tener en cuenta que en sí los videojuegos no son malos, lo importante es saberlos manejar y reconocer sus contenidos. «No hay que satanizarlos y mucho menos prohibirlos porque esto hará que los niños y jóvenes sientan más curiosidad», dice.
Sin embargo, sí debe existir un acompañamiento para poder definir reglas, tiempos de exposición y acuerdos sin que se convierta en camisa de fuerza o altere la rutina diaria como la hora del sueño, los trabajos del colegio, los horarios para hacer deporte (muy importante para evitar el sedentarismo) y los momentos dispuesto para la familia.
«No hay que utilizar el videojuego como el caballito de batalla para todos los castigos, ya que los padres de familia, al identificar un gusto o afición de su hijo, quieren tomar esto como una alternativa formativa», agrega.
Finalmente, es importante que los padres sepan a qué tipo de juegos tienen acceso sus hijos; deben saber cómo funcionan, qué tramas tienen y, por qué no, acompañarlos a jugar en ocasiones. «La idea es proteger más no prohibir«.
RCN Radio