Al menos 12 personas murieron este viernes al estrellarse un avión que había despegado poco antes de la ciudad de Almaty, en Kazajistán, con unas cien personas a bordo, según el más reciente balance oficial.
Las autoridades de este país de Asia Central dieron en un primer momento un balance de 15 muertos y después revisaron a la baja la cifra y la situaron en 12, según una lista publicada por el Comité de Situaciones de Emergencia y confirmado por el ayuntamiento.
Ocho personas, entre ellas el piloto del avión, Marat Muratbaiev, murieron en el acto, dos después de ser transferidas al aeropuerto de Almaty, y otras dos fallecieron en el hospital.
Entre las víctimas, hay un general del ministerio del Interior, Rustem Kaidarov, de 79 años. Según la agencia de prensa Informburo.kz, una de sus periodistas, Dana Kruglova, también murió en el accidente.
Por su parte, las autoridades señalaron que 53 personas están hospitalizadas, entre ellas nueve niños. Diez adultos se encuentran en un estado de «extrema gravedad».
El aparato, un Fokker-100 perteneciente a la compañía kazaja Bek Air con 100 personas a bordo -95 pasajeros y cinco tripulantes, se estrelló nada más despegar.
El presidente de Kazajistán, Kasim-Yomart Tokáyev, expresó sus condolencias a los familiares de la víctimas mortales y aseguró que «los responsables del accidente serán sancionados conforme a la ley».
El avión siniestrado, que según las autoridades no se incendió tras la colisión, realizaba el vuelo Z2100 entre Almaty, la mayor ciudad del país, y Nur-Sultán, la capital kazaja.
El Ministerio de Industria e Infraestructuras de Kazajistán dispuso la suspensión de todos los vuelos de este tipo de aviones hasta que se esclarezcan las causas del accidente.
«Cuando despegamos el avión comenzó a zarandearse muy fuerte y supe que se iba a caer», dijo Aslán Nazarliév, uno de los supervivientes del accidente.
Empresario, de 34 años, pasajero aéreo frecuente, Nazarlíev ocupaba un puesto en la fila 15 en el pasillo del Fokker-100.
«Apenas el avión se estrelló salimos por la salida de emergencia que está sobre el ala. Estaba oscuro. La gente alumbraba con las linternas de sus teléfonos», recuerda los primeros instantes tras el accidente.
Según Nazarlíev, los que se llevaron la peor parte fueron los pasajeros que se hallaban en la parte delantera del avión, hasta la fila 14.
«Empezamos a ayudar a sacar a la gente que veíamos y oíamos, porque había muchos gritos y gemidos, y a los que ya no respiraban los sacamos y los alejamos del avión», narra con voz tranquila.
Una de las cosas que le llamó la atención es que las alas del Fokker-100 estaban cubiertas de hielo.
«Toda la gente que pisaba el ala se caía, porque había hielo. No puedo afirmar que antes de despegar las alas no fueron rociadas con anticongelante, pero el hecho es que había hielo», comenta el superviviente.
Nazarlíev, quien por motivos laborales viaja en avión al menos dos veces al mes, asegura que continuará usando este medio de transporte.
«Por supuesto que seguiré volando. Hay más accidentes automovilísticos que aéreos», afirma.
El gobierno kazajo indicó que había ordenado que las aeronaves de la firma permanezcan en tierra y se suspendan las operaciones de la compañía durante la investigación.
En marzo de 2016, un Fokker-100 de Bek Air con 116 personas a bordo tuvo que efectuar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Nursultán por un problema en el tren de aterrizaje. Ninguna persona resultó herida.