Muchos armenios se sienten defraudados sobre las condiciones del armisticio por el cual Azerbaiyán conservaría los territorios ganados en la guerra y las tropas rusas se instalarían en Nagorno Karabaj por un plazo de cinco años para mantener la paz. La fundación ACN habla con el padre argentino Bernardo de Nardo, sacerdote católico de rito latino, que realiza su labor apostólica en Armenia desde hace tres años, para entender las razones del conflicto
Entrevista realizada por María Lozano.
Las condiciones del armisticio no han sido bien recibidas en Armenia, ¿qué consecuencias puede tener esto para el país?
La gente está muy desconforme con el armisticio, lo consideran una traición a los miles de muertos y un abandono completo a los armenios que viven en Karabaj. Las consecuencias para el país son, en este momento, una crisis política muy grave ya que los partidos de la oposición exigen la renuncia del primer ministro. Posiblemente, en las próximas semanas, haya más protestas y manifestaciones en las calles. Esto genera un clima de inestabilidad y de mayor crisis.
¿Qué consecuencias tendrá el hecho de que Azerbaiyán se quede con los territorios ganados para los habitantes armenios que viven allí?
Las consecuencias serán que ellos vivirán en un clima permanente de miedo ante la amenaza de un genocidio, por lo tanto, la mayoría de esas personas dejará sus casas y vendrá a Armenia. El patrimonio cultural y religioso está en peligro, las iglesias podrían ser destruidas o convertidas en mezquitas. Azerbaiyán ya ha sido denunciado por Armenia por destruir un cementerio cristiano en Najicheván, probado con videos que muestran como demuelen y destruyen todas las tumbas con sus cruces de piedra. Es muy posible que lo mismo ocurra en Karabaj.
¿Cuáles son las raíces más profundas de este conflicto que ya tuvo una primera parte en los años 90?
Las raíces del conflicto se remontan a los tiempos de la Unión Soviética, cuando después de la guerra Stalin dividió los territorios favoreciendo lo que él llamaba la mezcla de etnias. Así, otorgó a Azerbaiyán el territorio históricamente armenio de Karabaj, como una región autónoma dentro de la República de Azerbaiyán. Con la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética, en Azerbaiyán se despertó un nacionalismo anti-armenio, hubo masacres contra armenios en varias ciudades inclusive en Bakú, la capital. Ante esta situación tan delicada, Karabaj como región autónoma de mayoría armenia se proclamó independiente, lo cual no fue reconocido por Azerbaiyán y estalló la guerra entre Azerbaiyán y Armenia, que apoyaba la independencia de Karabaj. El resultado fue la victoria de Armenia, la declaración de independencia de Karabaj, sólo reconocida por Armenia, pero que significó la tácita anexión de Karabaj a Armenia.
Usted lleva tres años en Armenia. En Europa, siempre se relaciona este país con el genocidio de 1915. ¿Cree que el genocidio ha dejado huellas en la población?
El genocidio ha dejado muchas huellas en la población, la mayor es la horrible sensación de injusticia, de sufrir semejante atrocidad y que además sea completamente negada por los perpetradores. Se nota en el permanente reclamo de justicia, en las conversaciones cotidianas, en las conmemoraciones de cada año.
¿Cómo está afectando a los armenios el conflicto actual?
El conflicto actual está afectando a todos los armenios de muchas maneras, la primera es la destrucción de las familias que pierden a sus familiares en la guerra o quedan mutilados. Aumenta la pobreza, debido a la prioridad del gasto militar, y la cantidad de desplazados que han llegado desde Karabaj a muchas ciudades. Las familias acogen a sus familiares, amigos o conocidos como pueden, esto aumenta la carestía. Todo se suma a la falta de trabajo ya existente debido a la crisis a causa de la pandemia, sobre todo por la falta de ingresos debido al turismo.
¿Está la iglesia católica en Armenia, a pesar de ser muy pequeña, ayudando a paliar las heridas de la guerra? ¿Cómo?
La relación de la Iglesia apostólica Armenia con la Iglesia católica es de mutuo respeto y colaboración en temas de interés común. Nosotros ayudamos a las personas afectadas por la guerra en primer lugar visitando las familias, orando con ellos, consolándolos, también los asistimos materialmente en la medida de nuestras posibilidades. Lo hacemos a través de la Legión de María y de las Hermanas de Madre Teresa de Calcuta.
¿Cuál es la dimensión geopolítica de esta guerra? ¿Hay una dimensión religiosa en el conflicto o es puramente política?
Creo que esta guerra desnuda la hipocresía de muchos gobiernos que mientras en sus discursos promueven la paz, venden armas. Además, muestran que les interesa mucho más el petróleo y el gas de estos países que la vida de las personas. Se ve un claro expansionismo islámico, apoyado por muchos estados, y el deseo de que en Asia antiquísimos pueblos cristianos como el armenio desaparezcan.
¿Se sienten los armenios olvidados por la comunidad internacional?
Los armenios se sienten olvidados y traicionados por la comunidad internacional, siempre más interesada en los juegos geopolíticos que en la verdad, la justicia y la paz. Pero quiero acabar con un mensaje de esperanza, el pueblo armenio siempre ha resurgido en medio de calamidades indescriptibles y lo ha hecho en paz, sin venganza ni rencor, sólo exigiendo justicia y siempre de la mano del amor misericordioso de Jesús y María, ahora lo hará una vez más y será nuevamente un ejemplo para el mundo.
Fuente y foto: ACN Colombia