En una medida sorpresiva e inédita desde el inicio de la guerra, el presidente estadounidense, Joe Biden, aprobó el suministro de minas terrestres antipersonal al ejército ucraniano. La decisión, confirmada por funcionarios del gobierno a The Washington Post bajo condición de anonimato, marca un cambio significativo en la política armamentista de Estados Unidos y ha generado críticas tanto dentro como fuera del país por parte de organizaciones contra el uso de armas.
La autorización de las minas, descritas como «no persistentes» por las autoridades, responde a la urgente necesidad de Ucrania de contener el avance militar ruso en el este del país. «Rusia está atacando las líneas ucranianas en el este con oleadas de tropas, sin importar las bajas. Estas minas están diseñadas para combatir ese tipo de tácticas», explicó un funcionario estadounidense.
El envío incluye minas que se autodestruyen o se desactivan en cuestión de días o semanas, reduciendo los riesgos para los civiles. No obstante, expertos en control de armas han advertido que incluso estas armas plantean peligros significativos. «Las minas, incluso las no persistentes, requieren esfuerzos de limpieza complicados y no siempre se desactivan de manera confiable», afirmó Mary Wareham, de Human Rights Watch.
Una política controvertida
La medida representa un giro frente a la política previa de Biden, quien había criticado como candidato la decisión de la administración Trump de flexibilizar las restricciones al uso de minas terrestres. En 2022, el mandatario restableció una política de la era Obama que limitaba el uso de estas armas fuera de la península de Corea. Sin embargo, la creciente presión del campo de batalla parece haber obligado a la Casa Blanca a reconsiderar su postura.
«El progreso de Rusia en los últimos meses ha forzado a encontrar nuevas formas de apoyar a Ucrania» , dijo un funcionario, aludiendo a los recientes avances rusos en Donetsk y la necesidad de evitar que más territorios caigan en manos del Kremlin.
El envío de minas ha recibido el respaldo cauteloso de funcionarios ucranianos, quienes han subrayado que estas armas son esenciales para frenar la ofensiva rusa. «Rusia ya las utiliza en abundancia», señaló un portavoz ucraniano. Por su parte, grupos de derechos humanos han expresado su preocupación por los riesgos a largo plazo que estas armas representan para la población civil y los ecosistemas.
La controversia se ve exacerbada por el hecho de que ni Rusia ni Estados Unidos son signatarios del Tratado de Ottawa, que prohíbe el uso y la transferencia de minas terrestres antipersonales. En contraste, Ucrania sí forma parte del tratado, lo que ha provocado críticas adicionales hacia Washington. «Es devastador que Estados Unidos proporciona estas armas a un país que se ha comprometido a no usarlas», afirmó Wareham.
El anuncio coincide con otros movimientos de alto riesgo de la administración Biden, como la reciente autorización para que Ucrania utilice sistemas de misiles de largo alcance dentro de Rusia. Esto ha provocado advertencias de represalias por parte del presidente ruso, Vladimir Putin, quien ha intensificado su retórica contra las acciones occidentales.
Además, el presidente electo Donald Trump, quien asumirá el cargo en enero, ha prometido trabajar en una «rápida conclusión» del conflicto, lo que añade incertidumbre a la estrategia a largo plazo de Estados Unidos en la región.
Mientras tanto, la administración Biden se ha comprometido a financiar los futuros esfuerzos de limpieza de minas en Ucrania, reconociendo los desafíos humanitarios que estas armas representan. «La ayuda incluirá el desminado de las mismas armas que hoy se están enviando», dijo un funcionario.
Fuente: Sistema Integrado de Información – RCN Radio – Juan Camilo Cely