En diálogo con RCN Radio, María Paula Murillo narró cómo fue su regreso a Colombia en un vuelo humanitario procedente de Buenos Aires, Argentina. Ella, junto a su hermano Juan Sebastián, quien tiene un diagnóstico de epilepsia, debían regresar ante la imposibilidad en Argentina de mantener el control médico necesario a la enfermedad de Sebastián.
El vuelo, que fue operado por la aerolínea Viva Air y llegó este martes 2 de junio, fue «desordenado» y sin protocolos muy claros en medio de esta pandemia, según cuenta María Paula.
«Los asientos asignados estaban repetidos; no había al menos un asiento de distancia entre los pasajeros, sino que estábamos todos juntos; había gente con tapabocas en la barbilla y no les pidieron usarlo correctamente; y además, cuando llegamos a Bogotá, mi maleta estaba rota«.
María Paula dice haber sido testigo de otro caso de una pasajera que encontró su maleta completamente abierta junto a las bandas y le hacían falta objetos. «Una persona de la aerolínea me dio un formulario para poner mi queja y me dijo que entre siete y 15 días me darían respuesta al reclamo«, dice la colombiana.
Pero también dijo estar sorprendida porque a su llegada al Aeropuerto internacional El Dorado, no le practicaron ningún prueba de COVID-19.
«Pensé que aquí hacían la prueba, pero no la hacen. Nos dijeron que si en los próximos 14 días dan algunos de los síntomas, hay que llamar a la EPS para que vayan a la casa y la hagan«, cuenta.
Pero también le confirmaron a RCN Radio que hubo pasajeros en este vuelo que aunque tenían dolor de garganta, por ejemplo, ellos mismos solicitaron que les practicaran la prueba de COVID, pero no la estaban haciendo como protocolo para todos los que llegaron.
María Paula logró un cupo en este vuelo humanitario debido a la urgencia médica de su hermano, que no tuvo que pagar nada. Ella debió pagar 440 dólares, tarifa fijada por la aerolínea.
Fuente: Sistema Integrado de información
Foto: Colprensa