Un avión con ayuda humanitaria procedente de Rusia llegó este jueves a Cuba, el segundo en menos de un mes, para aliviar la escasez de abastecimientos que padece la isla en medio de la peor ola de contagios de la pandemia de covid-19.
El cargamento de 41,5 toneladas de alimentos fue recibido en el aeropuerto internacional de La Habana por el vicepresidente de la isla, Salvador Valdés Mesa, y el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Álvaro López Miera, según reportó la agencia estatal Prensa Latina.
Este es el segundo donativo enviado por el Gobierno de Rusia a la isla, después de un primero con 88 toneladas de alimentos, equipos de protección individual y más de un millón de mascarillas llegado el pasado 26 de julio.
Cuba y Rusia han dado un impulso a su relación bilateral para restablecer la estrecha cooperación que mantenían antes de la desaparición de la Unión Soviética (URSS) en 1991.
Ambos países han suscrito en los últimos años nuevos acuerdos de cooperación económica y en 2014 Rusia condonó el 90 % de la deuda contraída por la isla y valorada en 35.300 millones de dólares.
En las últimas semanas países como México, Bolivia, China, Venezuela, Jamaica, Nicaragua, Canadá y organizaciones solidarias de Estados Unidos también han enviado alimentos, equipos e insumos médicos a la isla caribeña para ayudar a paliar el complejo escenario epidemiológico.
Estas ayudas llegan cuando Cuba sufre una crisis económica y un fuerte desabastecimiento de productos básicos y medicinas, agravado ahora por la covid-19, lo cual generó un creciente malestar que estalló el pasado 11 de julio en una serie de protestas ciudadanas en la isla.
El pico de covid que afecta a Cuba actualmente ha generado reportes desde 8.000 hasta más de 9.000 infecciones diarias, elevadas cifras de fallecidos y en este momento más de 44.000 pacientes activos ingresados en sus centros sanitarios y en sus propios domicilios, lo que sitúa al país como el número uno en incidencia en Latinoamérica.
Expertos han señalado entre las causas del rebrote el «cansancio pandémico» con la consiguiente caída de la percepción de riesgo, las aglomeraciones callejeras producto de la escasez de alimentos o la circulación de nuevas variantes con mayor trasmisibilidad, como la delta.