Carlos III y su esposa Camila son coronados este sábado en una fastuosa ceremonia en Londres, evento inédito en el Reino Unido desde hace 70 años, que se vio maculado antes de empezar por la detención de decenas de personas que pretendían manifestarse.
Puntualmente a las 09h20 GMT, el rey, de 74 años, y la reina, de 75, salieron en carroza del Palacio de Buckingham para una corta procesión hasta la Abadía de Westminster.
En su camino, antes del inicio, un grupo de activistas antimonárquicos fueron detenidos cuando sacaban de un camión pancartas con el lema «No es mi rey».
«Detuvieron a seis de nuestros organizadores y confiscaron cientos de pancartas, no nos dicen por qué los arrestaron ni dónde los tienen».
Una veintena de miembros del grupo ecologista «Just Stop Oil» fueron asimismo detenidos y esposados en la zona.
Esto «es algo que esperaríamos ver en Moscú, no en Londres», denunció Yasmine Ahmed, responsable de la oenegé Human Rights Watch. «Las protestas pacíficas permiten pedir cuentas a quienes están en el poder, algo a lo que el gobierno británico parece ser cada vez más reacio», agregó en referencia a una nueva ley aprobada urgentemente esta semana, que concede mayores poderes a la policía contra las protestas.
Mientras tanto, a pocos metros de allí, miles de admiradores de los monarcas se agolpaban desde primera hora de la mañana, algunos desde hace días, tras las barreras colocadas en The Mall, la gran avenida que parte del Palacio de Buckingham.
«Estamos muy orgullosos de ser británicos», dijo a la AFP Phyllis Taylor, de 60 años, que viajó a Londres desde Escocia con su marido para «esta ocasión tan especial».
Ritual milenario
En la Abadía de Westminster esperan a la pareja real unos 2.300 invitados, incluidos figuras y líderes internacionales como la primera dama estadounidense Jill Biden, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva o los reyes Felipe VI y Letizia de España, además de cientos de representantes de la sociedad civil británica.
Ante sus ojos, y los de millones de telespectadores, serán consagrados en la cima de la monarquía británica, ocho meses después de subir al trono tras la muerte de Isabel II, que reinó durante siete décadas.
Aunque el rey quiso una ceremonia más moderna y sencilla que la de su madre, en un contexto de grave crisis por el disparado coste de la vida, esta se desarrollará según un pomposo ritual prácticamente inmutable desde hace mil años, único entre las monarquías europeas.
Se utilizarán tres coronas engarzadas de diamantes y piedras preciosas, varios ropajes antiguos bordados con oro que el rey irá vistiendo en distintas fases de la ceremonia, tres cetros y un par de espuelas de oro.
En un guiño a las preocupaciones modernas, el óleo que se usará en la unción será vegano, aunque consagrado como exige la tradición en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, donde los cristianos creen que fue enterrado Jesús.
En la parte considerada más sagrada de la ceremonia, el arzobispo de Canterbury, líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra, de la cual el rey es el jefe máximo, ungirá las manos, el pecho y la cabeza de Carlos III y de Camila, ocultos de la vista de todos por una pantalla.
Previamente, el monarca habrá sido presentado a los asistentes, que lo reconocerán con salvas y resonar de trompetas. Y con la mano sobre la Biblia, prestará juramento.
La parte central del acto llegará cuando el arzobispo Justin Welby coloque sobre su cabeza la espectacular corona de San Eduardo, que solo se lleva en el momento de la coronación.
Sustituyendo el tradicional homenaje de los aristócratas, el religioso invitará a todas las personas, desde donde estén viendo o escuchando, a jurar lealtad al nuevo rey, una primicia histórica que busca la democratización de la ceremonia, pero que provocó fuertes críticas.
Una nueva era
Acompañados por miles de militares y miembros de la realeza, los monarcas regresarán en una nueva procesión al Palacio de Buckingham, donde acompañados por su familia saludarán a la multitud desde el balcón.
Enrique, de 38 años, hijo menor de Carlos y enemistado con la familia real, asistirá a la coronación sin su esposa, la estadounidense Meghan Markle, que se quedó en California con sus dos hijos.
No se prevé que aparezca en el balcón, salvo que haya un gesto de reconciliación entre la familia y el príncipe, que lanzó duras críticas contra la monarquía, especialmente contra la reina Camila y su hermano Guillermo, heredero al trono de 40 años.
Las campanas repicarán en todo el Reino Unido para marcar esta histórica ocasión, que será saludada con salvas de cañón desde Hyde Park y la Torre de Londres.
«Ningún otro país podría ofrecer un espectáculo tan deslumbrante: las procesiones, la pompa, las ceremonias y las fiestas callejeras», afirmó el primer ministro británico, Rishi Sunak.
«Pero no es sólo un espectáculo. Es una orgullosa expresión de nuestra historia, cultura y tradiciones. Una vívida demostración del carácter moderno de nuestro país. Y un apreciado ritual a través del cual nace una nueva era», agregó.
Fuente: AFP – RCN Radio