El proyecto de ley británico para separarse de la Unión Europea superó hoy la primera de las cuatro votaciones a la que será sometido.
Se trata del primer paso concreto de Londres hacia el que será el primer divorcio de la historia de la Unión Europea, desde que el 23 de junio los británicos votaron a favor de la ruptura por 52% a 48%.
El breve texto de dos cláusulas recibió el apoyo de 498 diputados y el voto contrario de 114.
Un fallo de la Corte Suprema ordenando a la primera ministra Theresa May contar con permiso del Parlamento para iniciar la ruptura con la UE le obligó a presentar el proyecto de ley aprobado este miércoles en primera lectura.
En su recorrido hasta convertirse en ley, el texto será votado una vez más en la Cámara de los Comunes, donde el gobierno conservador cuenta con mayoría absoluta, y dos en la de los Lores, donde no, aunque al estar integrada por miembros no electos no se espera que contradigan “la voluntad popular”.
La mayoría de los diputados hizo campaña para seguir en la UE, pero se doblegaron al resultado de un referéndum, pese a que no era legalmente vinculante. Hasta el líder del Partido Laborista, el primero de la oposición, Jeremy Corbyn, había dado la consigna de apoyar la ley, que varios de sus diputados desoyeron.
“¿Confiamos en la gente o no?”, lanzó a los diputados el ministro a cargo del Brexit, David Davis, y, por si la respuesta era “no”, les advirtió de que “no hay vuelta atrás”.
“Al final, tenemos que aceptar que en una democracia, la mayoría ha hablado”, dijo George Osborne, anterior ministro de Finanzas y uno de los conservadores que defendió con más vehemencia a la UE.
La idea de May es activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa en marzo como muy tarde -si la ley no sufriera retrasos, podría comunicar la notificación en la cumbre de Bruselas del 9 de marzo-, dando pie a dos años de negociaciones para acordar los términos del divorcio.
Los problemas para el gobierno con el escrutinio parlamentario podrían surgir más adelante, si los diputados reclaman voz y voto sobre los términos de la separación, en un momento en que la sociedad está dividida entre romper del todo con UE para controlar la inmigración o seguir en el mercado único.
En los dos días de debate que precedieron a la votación, los diputados expusieron sus razones para votar a favor de la ley.
“Perdí el debate. Lo hice con pasión, sacrifiqué mi posición en el gobierno por ello”, recordó Osborne, que cayó tras el referéndum como lo hizo el primer ministro David Cameron.
La también conservadora Anna Soubry llegó a tildar de “gran locura” la salida de la UE, pero apoyó la ley.
“¿Cómo demonios dimos a la gente una opción que dijimos que iba a empeorar sus vidas, darles menos seguridad y debilitar a nuestra nación?”, se preguntó, antes de sentenciar: “la historia no será generosa con este Parlamento”.
Otros se negaron a apoyar el inicio de la ruptura, como el histórico Ken Clarke, un conservador de fuertes convicciones europeístas que fue ministro de Finanzas de John Major, de Sanidad de Margaret Thatcher y lleva 47 años de diputado.
En un discurso muy celebrado por los partidarios de la UE, salpicado de referencias históricas y literarias -a “Alicia en el país de las maravillas”, por ejemplo-, Clarke dijo que el país vive engañado.
“Aparentemente, sigues a un conejo al agujero y emerges en una tierra maravillosa donde de repente todos los países del mundo hacen cola para ofrecernos ventajas comerciales y acceso a sus mercados que nunca habíamos logrado estando en la UE”, afirmó.
“Hombres buenos como el presidente (estadounidense Donald) Trump y (el turco Recep Tayyip) Erdogan están impacientes por abandonar su proteccionismo y darnos acceso” a sus mercados, añadió, en un golpe directo a May, que la semana pasada visitó a los dos dirigentes citados.
El voto coincidió con el anuncio de May de que el jueves publicará su libro blanco sobre el Brexit, en el que por primera vez formulará por escrito sus objetivos en las negociaciones de salida de la Unión Europea.
“El libro blanco se publicará mañana”, anunció en el Parlamento May, que pretende iniciar en marzo el primer proceso de divorcio en la historia de la Unión Europea.