El expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021), quien ha pasado los dos últimos meses desaparecido en su mansión de Mar-a-Lago, relanzó su campaña electoral para competir en las primarias republicanas y optar a la Casa Blanca en las elecciones de 2024.
Trump dio dos mítines: uno en Nuevo Hampshire y otro en Carolina del Sur, dos de los primeros estados en votar en el proceso de primarias, y en los que intentó restar importancia a las voces que piden una renovación generacional dentro del partido o aseguran que los votantes ya están cansados de su figura.
«¡Ahora estoy más enfadado y más comprometido con esto que nunca antes!», clamó Trump en Nuevo Hampshire, arrancando automáticamente un aplauso de la multitud.
El expresidente salió al escenario con la intención de dejar claro que está comprometido con su campaña para la Presidencia, sobre todo después de que varios medios de comunicación, como The New York Magazine, cuestionaran su motivación para alcanzar la Casa Blanca.
Específicamente, The New York Magazine publicó en diciembre un reportaje titulado «La campaña final», en el que varios asesores y exasesores de Trump aseguraban que el tiempo había pasado factura al expresidente y que la «magia se había ido».
Trump lanzó oficialmente su campaña hace dos meses en un discurso en su club de Mar-a-Lago (Florida), pero hasta ahora no había celebrado ningún otro acto electoral.
Esta vez, el expresidente dio discursos más breves que en otras ocasiones. No compareció ante grandes multitudes, sino ante un público reducido.
En concreto, en la ciudad de Salem, en Nuevo Hampshire, dio un discurso en el auditorio de un instituto de secundaria; mientras que, en el estado de Carolina del Sur, apareció acompañado de legisladores de ese estado y líderes locales en el parlamento estatal de la ciudad de Columbia.
Aunque el escenario era diferente, el tono de su discurso fue el mismo y, como en otras ocasiones, empezó frases de las que perdía el hilo para enlazar enseguida con otro tema distinto.
Uno de los temas centrales, sin embargo, fue la inmigración: volvió a hacer propuestas para reforzar la frontera y, de manera similar a cuando lanzó su campaña en 2016, aseguró que los migrantes y refugiados que llegan irregularmente a EE.UU. son «asesinos» y «violadores».
En los dos mítines, se burló del Gobierno del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y aseguró que cuando era presidente de EE.UU. presionó a México para que aceptara el polémico programa «Quédate en México», que obligaba a migrantes y refugiados a permanecer en ese país mientras se resolvían sus peticiones de asilo.
Además, presumió de las presiones a las que supuestamente sometió a los presidentes de El Salvador, Guatemala y Nicaragua para que impidieran que sus ciudadanos migraran a EE.UU.
Trump también tuvo tiempo de arremeter contra China y Alemania, aunque los mayores aplausos se los llevó cuando entró en los temas culturales que dividen a Estados Unidos.
Afirmó, por ejemplo, que si vuelve a la Casa Blanca no permitirá a las personas transgénero competir en aquellos deportes que no correspondan con su sexo biológico.
Trump es la única figura del Partido Republicano que ha declarado su intención de presentarse a las primarias, pese a que está envuelto en varios líos judiciales.
El expresidente se está enfrentando a numerosas investigaciones, incluida una de un fiscal especial designado por el Departamento de Justicia para investigar su papel en el asalto al Capitolio de 2021 y la posesión de unos documentos clasificados en su mansión de Mar-a-Lago.
El nombre que más suena como posible rival a Trump es el del gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien ha logrado el apoyo de parte de la base republicana con la aprobación de varias leyes conservadoras como la conocida popularmente como «no digas gay», que prohíbe hablar de identidad de género en la escuela.