Como lo anticiparon funcionarios de la administración estadounidense, el presidente Joe Biden ordenó este martes el embargo sobre la importación de Estados Unidos de petróleo y gas ruso.
Esta decisión se tomó «en estrecha coordinación con los aliados de Estados Unidos», según dijo Biden, en un momento en que los países europeos, mucho más dependientes de los hidrocarburos rusos, se resisten a adoptar igual medida.
Biden dijo que entendía que «muchos de nuestros socios europeos pueden no estar en posición de unirse a nosotros. Estados Unidos produce más petróleo doméstico que todos los países europeos. Podemos dar este paso, mientras que otros no pueden».
El presidente estadounidense señaló que la decisión es para no «subsidiar la guerra de Putin», pero también para manifestar que “Ucrania nunca será una victoria para Putin(…) Cuando se escriba la historia de esta guerra, la guerra de Putin en Ucrania habrá dejado a Rusia más débil y al resto del mundo más fuerte.”
Rusia representa menos del 10 % de las importaciones estadounidenses de petróleo y productos derivados del crudo, lo que significa que el impacto en la economía más grande del mundo sería más fácil de soportar.
Pese a que los estadounidenses están preocupados por la inflación, la mayoría de los ciudadanos y el mismo Congreso, apoyan este embargo y un aumento de los aranceles sobre otros productos rusos para «aislar aún más a Rusia de la economía global».
Pero también están a favor de tomar medidas para bajar los precios del petróleo, incluida la liberación de más crudo de la reserva estratégica de Estados Unidos.
Los precios del petróleo han subido alrededor de un 30% tras la invasión rusa de Ucrania y el crudo Brent rondaba este martes los 130 dólares.