El mayo de 1981 Mehmet ali Agca dispara hasta cuatro veces al Papa Juan Pablo II. Dos años más tarde el pontífice visita su celda y le perdona.
La plaza de San Pedro está abarrotada. Es mayo de 1981 y el Papa Juan Pablo II bendice a las miles de personas que le saludan. Mientras Karol se mueve en su ‘papa-móvil’, Mehmet Ali Agca -un joven turco de 23 años- desenfunda su revólver, apunta por encima de la gente y dispara hasta en cuatro ocasiones.
Las balas impactan en el cuerpo del Pontífice, en su brazo derecho, en su dedo índice izquiero y la más grave: en su abdomen. La bala perfora el intestino, la aorta abdominal y la arteria mesentérica. Esa bala descansa hoy en la corona de la Virgen de Fátima.
Al borde de la muerte
La paz y la alegría en la plaza del Vaticano se convierte en caos: el turco Mehmet es detenido al instante y Juan Pablo II es trasladado rápidamente a un hospital para ser operado. El Papa ha perdido mucha sangre, pero milagrosamente logra salvar la vida.
Dos días más tarde, en su primera intervención pública tras el atentado, Juan Pablo II convaleciente en una cama de hospital dice: «Rezo por el hermano que me ha disparado, a quien sinceramente he perdonado.»
El mundo respiraba aliviado. El Papa había logrado sobrevivir a lo que podría haber sido una tragedia histórica. Pero Dios, la Virgen y también el santo, tenían otra cosa planeada.
El perdón
En 1983 Juan Pablo II visita la prisión donde cumple condena -cadena perpetua- el que podría haber sido su asesino. El Pontífice mira a los ojos a Mehmet, y este le coge la mano y la besa. Juan Pablo se sentó y habló con él durante un largo rato.
El Papa le regaló un rosario y tras su charla, aseguró: “Las cosas sobre las que conversamos se mantendrán un secreto entre él y yo, hablé con como con un hermano al que he perdonado, y quien tiene toda mi confianza.”
“Todos necesitamos ser perdonados por otros, entonces todos debemos estar listos para perdonar. Pedir y dar perdón es algo de lo que cada uno de nosotros merecemos profundamente.”
En junio del año 2000 Mehmet Ali Agca, el hombre que podría haber matado al Papa, es indultado por Italia -con el beneplácito del Vaticano- y trasladado a Turquía, donde es encarcelado por delitos anteriores. Pero la historia del perdón… no termina aquí.
Años más tarde, Juan Pablo II se resiente de sus antiguas heridas, de su enfermedad y del cansancio que supone entregar su vida, como él la entregó. Está enfermo y esperando la partida al cielo. Y desde Turquía llega la siguiente noticia: el abogado de Mehmet afirma que su cliente «está muy triste. Piensa en su hermano, el Papa, y reza por él.»
Paulo Cunha
La historia no termina
San Juan Pablo II se encontró con Dios el día 2 de abril de 2005, arropado por una inmensa multitud -parecida a la que le acompañaba aquel día de mayo del 81- que rezaba por él en esos momentos difíciles.
Cinco años más tarde Mehmet es indultado -¡cuántas veces!- y en 2014 acude a la Plaza de San Pedro por segunda vez en su vida. Esta vez no lleva armas. Esta vez solo trae dos docenas de rosas blancas y las deposita sobre la tumba de San Juan Pablo II.
La policía le detiene para interrogarle y Mehmet simplemente dice: «sentía la necesidad de realizar este gesto».
Y así hace Dios de un atentado, la historia del perdón más bonita del mundo.
Fuente y foto: Cope.es