El papa Francisco pidió este domingo orar por los damnificados de la guerra en «muchas partes del mundo» e instó a salir de la indiferencia y actuar para hacer el bien, «ensuciándose las manos» si fuera necesario, dijo en la primera misa del año en la basílica de San Pedro del Vaticano.
«Nosotros, al inicio de este año, necesitamos esperanza, como la tierra necesita la lluvia», dijo el pontífice argentino en la primera misa del 2023, por la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, dedicada tradicionalmente a la Jornada Mundial por la Paz.
Por eso el papa, que siguió la eucaristía sentado frente al gran baldaquino del templo, acompañado por cientos de fieles y la plana mayor de la Curia, entre cardenales y obispos, inició su homilía recordando a las víctimas de los conflictos que recorren el planeta.
«Recemos a la Madre de modo especial por los hijos que sufren y ya no tienen fuerzas para rezar, por tantos hermanos y hermanas afectados por la guerra en muchas partes de mundo, que viven estos días de fiesta en la oscuridad y a la intemperie, en la miseria y con miedo, sumergidos en la violencia y en la indiferencia», dijo.
Francisco sin embargo sostuvo que para «acoger a Dios y su paz no podemos quedarnos inmóviles y cómodos esperando a que las cosas mejoren».
«Hay que levantarse, aprovechar las oportunidades que nos da la gracia, ir, arriesgar. Hoy, al comienzo del año, en lugar de sentarnos a pensar y a esperar que las cosas cambien, nos vendría bien preguntarnos: ‘Yo, ¿hacia dónde quiero ir este año? ¿A quién voy a hacer el bien?'», instó.
El pontífice aseguró que «muchos, en la Iglesia y en la sociedad, esperan el bien que -dijo- tú y sólo tú puedes hacer, esperan tu servicio», como los pastores que acudieron solícitos al Portal de Belén para ser testigos del nacimiento de Jesús de Nazaret.
«Y ante la pereza que anestesia y la indiferencia que paraliza, ante el riesgo de limitarnos a quedarnos sentados delante de una pantalla, con las manos sobre un teclado, los pastores hoy nos estimulan a ir, a movernos por lo que sucede en el mundo, a ensuciarnos las manos para hacer el bien, a renunciar a tantos hábitos y comodidades para abrirnos a las novedades de Dios, que se encuentran en la humildad del servicio», subrayó.
Pues, según el papa argentino, a menudo las sociedades no ofician este «servicio» por el prójimo sino que caen en el egoísmo.
«Cuántas veces, por las prisas, no tenemos ni siquiera tiempo para pasar un minuto en compañía del Señor, para escuchar su Palabra (…) Lo mismo ocurre con respecto a los demás: apurados o atrapados por el protagonismo, no hay tiempo para escuchar a la esposa, al marido, para hablar con los hijos, para preguntarles cómo se sienten por dentro, no sólo cómo van los estudios y la salud», lamentó.
Y continuó: «Cuánto bien nos hace escuchar a los ancianos, al abuelo y a la abuela, para mirar la profundidad de la vida y redescubrir las raíces. Preguntémonos entonces si somos capaces de ver a quienes viven a nuestro lado, a quienes viven en nuestro condominio, a quienes encontramos cada día por las calles.
El pasado 16 de diciembre, el Vaticano divulgó el mensaje que el papa había preparado para esta Jornada Mundial por la Paz y en el texto, entre otras cosas, expresaba su preocupación por la invasión rusa de Ucrania, perpetrada hace más de diez meses. Un conflicto que, denunció, es una derrota para la humanidad.