El Salvador opera desde este martes con el bitcóin como moneda de curso legal a la par del dólar, un hecho inédito en el mundo e impulsado por un popular presidente Nayib Bukele, a quien sus aliados ya le allanan el camino para una reelección.
El experimento, que genera dudas en la mayoría de la población y desconfianza de especialistas, es seguido de cerca por impulsores -con el hashtag «#bitcoinday»- y detractores, con «#noalbitcoin».
«Como toda innovación, el proceso del #Bitcoin en El Salvador tiene una curva de aprendizaje. Todo camino hacia el futuro es así y no se logrará todo en un día, ni en un mes«, reconoció Bukele, en el poder desde 2019.
El gobierno ya compró sus primeras 400 monedas, a un valor de mercado de 21 millones de dólares. Además, tiene disponible la billetera electrónica Chivo para el celular, cargada con un monto equivalente a 30 dólares en bitcóins para que el ciudadano empiece a operar.
Se han instalado 200 cajeros Chivo en todo el país para operar con bitcóins y dólares.
En el lenguaje coloquial salvadoreño, «Chivo» es algo muy bueno. Pero, para los detractores, «#NoesChivo» porque expone a los fondos estatales a un activo volátil.
Cuando nació en 2009 el bitcóin valía centavos de dólar. Hoy su precio supera los 52.000 dólares. Pero en los últimos 12 meses ha llegado a los 62.000 o caído hasta 35.000, dependiendo de comentarios de inversionistas como Elon Musk sobre aceptarla o no como forma de pago, o anuncios de regulaciones chinas.
Por ese mismo motivo, economistas y organismos como el Banco Mundial, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) son escépticos sobre la medida.
«Uno de los primeros riesgos que habíamos advertido es que los costos de este experimento quien lo paga es la población», ha dicho el economista Ricardo Castañeda, del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales.
Estímulo a la economía
El uso del bitcóin busca alentar la economía que, desde su dolarización en 2001, ha estado estancada con una media de crecimiento entre el 2 y 4%. En 2020 se contrajo un 7,9% por la pandemia del covid-19. Se proyecta que este año crezca sobre el 9%.
La atrevida medida, según el gobierno, contribuirá a la bancarización de la población y evitará la pérdida de unos 400 millones de dólares de comisiones por las remesas que los salvadoreños envían desde el extranjero a través de entidades financieras.
Los envíos de la diáspora representan el 22% del PIB. «Todos los ojos del mundo estarán puestos en El Salvador», adelantó el presidente.
El gobierno de Bukele, que cuenta con una amplia mayoría en el Parlamento, dispuso 203 millones de dólares del presupuesto para su plan. Este monto financia la convertibilidad automática de bitcóin a dólar, con un tipo de cambio «establecido por el mercado».
La ley obliga a «todo agente económico» a «aceptar bitcóin como forma de pago cuando así le sea ofrecido por quien adquiere un bien o servicio».
El gobierno aclaro que si el establecimiento comercial no desea recibir bitcóins en su cuenta, la aplicación «Chivo» tiene la opción de convertir el monto inmediatamente a su equivalente en dólares a la hora de la transacción.
«Nadie está obligado a usarlo, por lo que hay que recordar que el dólar es la moneda de referencia para los precios, los salarios y los registros contables del país», ha aclarado el gobierno.
Lo que busca este país centroamericano de 6,6 millones de habitantes, según Bukele, es «romper con los paradigmas del pasado» porque «El Salvador tiene derecho a avanzar hacia el primer mundo».
Un presidente popular
Una reciente encuesta de la Universidad Centroamericana (UCA) reveló que siete de cada 10 salvadoreños señalaron estar «en desacuerdo o muy en desacuerdo» con el uso del bitcóin y que preferían en dólar. Aunque la popularidad del gobernante supera el 80%, según la misma universidad.
«El presidente mantiene popularidad porque el pueblo para el cual gobierno, que son las masas, todavía no se han visto afectados con las medidas que ha tomado», explicó el director de la escuela de comunicaciones de la privada Universidad Tecnológica (UTEC), Domingo Alfaro.
Bukele, un millennial de 40 años, que suele aparecer en público con una gorra con la visera invertida e interactuar con influenciadores en redes sociales, ha capitalizado el descontento contra los partidos tradicionales Arena (derecha) y FMLN (exguerrilla, izquierda), varios de cuyos miembros están procesados por corrupción.
La semana pasada, una sala de la Corte Suprema nombrada en mayo por el Congreso afín a Bukele, dio luz verde para que este pueda postular a una reelección. Su gobierno actual culmina en 2024.